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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Por todas estas razones han de cuidar con suma solicitud los padres que quieren educar bien á sus hijos, no hacer delante de ellos cosa que no sea buena y capaz de producir loables impresiones en la imaginacion de ellos, y por otra parte han de empezar muy temprano á enseñarles los principios y máxîmas de la Religion Christiana, junto con lo que pueda, segun es su capacidad, ilustrar la razon.

Aquellos que han tenido buen juicio, junto con semejante imaginacion, han hecho progresos en las empresas loables y difíciles. Por el contrario, si la imaginacion es profunda, y el juicio es corto, se siguen muchos errores y lo que es peor los acompaña una tenacidad invencible.

Con estas razones acabó don Quijote de cerrar el proceso de su locura, y más con las que añadió, diciendo: -Sabe Dios si quisiera llevar conmigo al señor don Lorenzo, para enseñarle cómo se han de perdonar los sujetos, y supeditar y acocear los soberbios, virtudes anejas a la profesión que yo profeso; pero, pues no lo pide su poca edad, ni lo querrán consentir sus loables ejercicios, sólo me contento con advertirle a vuesa merced que, siendo poeta, podrá ser famoso si se guía más por el parecer ajeno que por el propio, porque no hay padre ni madre a quien sus hijos le parezcan feos, y en los que lo son del entendimiento corre más este engaño.

Espero que no... Porque eso me haría suponer que usted no es muy difícil de contentar en materia de acciones loables. María Teresa, sin contestar, evolucionó lentamente por la pieza. Descubrió, en breve, lo que buscaba, sobre una pequeña mesa: jamón, pollo frío, asados, manteca, miel, ron y todos los utensilios necesarios para hacer .

Reconciliáronse Sacramentalmente todos de nuevo con vivísimas muestras de dolor verdadero en loables prendas de su eterna salvación. Singularízose entre todos Francisca Forteza, pues a la última vuelta del garrote, pronunció el dulcísimo nombre de JESUS, como lo había prometido, en protestación de su Fe y de su amor.

-Osaré yo jurar -dijo don Quijote- que no es vuesa merced conocido en el mundo, enemigo siempre de premiar los floridos ingenios ni los loables trabajos. ¡Qué de habilidades hay perdidas por ahí! ¡Qué de ingenios arrinconados! ¡Qué de virtudes menospreciadas!

Eso se borre dijo Rincón ; y pues ya nos conocemos, no hay para qué aquesas grandezas ni altiveces: confesemos llanamente que no teníamos blanca, ni aun zapatos. Sea así respondió Diego Cortado, que así dijo el menor que se llamaba ; y pues nuestra amistad, como vuesa merced, señor Rincón, ha dicho, ha de ser perpetua, comencémosla con santas y loables ceremonias.

La buena educacion, la Lógica, el estudio de las Artes y Ciencias, los loables exemplos, el cuidado de pensar y juzgar bien, son los medios mas á propósito para dirigirse con acierto y enderezar el Genio.

Calló en diciendo esto el elocuente y viejo gitano, y el novicio dijo que se holgaba mucho de haber sabido tan loables estatutos, y que él pensaba hacer profesión en aquella orden tan puesta en razón y en políticos fundamentos, y que sólo le pesaba no haber venido más presto en conocimiento de tan alegre vida, y que desde aquel punto renunciaba la profesión de caballero y la vanagloria de su ilustre linaje, y lo ponía todo debajo del yugo, o, por mejor decir, debajo de las leyes con que ellos vivían, pues con tan alta recompensa le satisfacían el deseo de servirlos, entregándole a la divina Preciosa, por quien él dejaría coronas e imperios y sólo los desearía para servirla.

Llamar a su puerta a las altas horas de la noche; decirle con voz entrecortada que «ahí viene la policía» y que se oculte; acompañarle por recónditas callejuelas a un escondrijo seguro; meterle en la mano unos cuantos pesos ahorrados a fuerza de liar pitillos; recibir, en cambio, un haz de proclamas para repartir al día siguiente, con la advertencia de que «si se las cogen, puede contarse ánima del Purgatorio»; distribuirlas con sigilo y celo; y por recompensa de tantas fatigas, de riesgos semejantes, ganar un expresivo apretón de manos, una mirada de gratitud del proscrito.... Si el heroísmo es cuestión de temperatura moral, Amparo, que se hallaba a cien grados, tal vez se dejara fusilar por la causa sin decir esta boca es mía; y quién sabe si andando los tiempos no figuraría su retrato al lado del de Mariana Pineda en los cuadros que representan a los mártires de la libertad.... Feliz o desgraciadamente, lo que ustedes quieran, que por eso no reñiremos, los tiempos eran más cómicos que trágicos, y los loables esfuerzos de Amparo no le obtuvieron otra corona de martirio sino el que en la Fábrica se prohibiese la lectura de diarios, manifiestos, proclamas y hojas sueltas, y que a ella y a otras cuantas que pronunciaron vivas subversivos y cantaron canciones alusivas a la Unión del Norte las suspendieran, como suele decirse, de empleo y sueldo.

Palabra del Dia

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