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Actualizado: 17 de junio de 2025


Sin duda, el engaño no se le había presentado evidente de improviso: mientras el Príncipe había continuado amándola, ella había seguido esperando: creyéndolo, sintiéndolo su esposo en el alma, en la sinceridad de la conciencia, había esperado por largo tiempo, llena de esperanza. Y la desconfianza moral ¿había precedido, o seguido a la desilusión sentimental?

Lo que es una verdad de a folio dijo Rafael es el que estáis lindísima con ese peinado, y que ese vestido es del mejor gusto. ¿Os agrada? exclamó la elegante joven, dejando de repente el tono sentimental . Son estas telas las últimas nouveautés, es gró Ledru-Rollin.

Solamente por una concesión sentimental del Jurado, hecha al buen aspecto del acusada, á sus protestas, á sus lágrimas, á la admirable dignidad de la declaración de su madre y á la respetabilidad de la familia, ese pobre diablo logró salvar la cabeza. Sin eso, se iba á una sentencia de muerte, y el tribunal tenía una convicción tan cerrada, que no hubiera rebajado la pena.

La música era digna de la arquitectura, y sonaba a zarzuela sentimental o a canción de las que se reparten como regalo a las suscritoras en los periódicos de modas. En esto ha venido a parar el grandioso canto eclesiástico, por el abandono de los que mandan en estas cosas y la latitud con que se vienen permitiendo novedades en el severo culto católico.

Porque las rúas de la corte son mares procelosos por donde bogan estos navegantes en busca del vellocino, que suele hallarse en la gaveta de algún amigo ingenuo y sentimental.

Una idea única ocupaba su pensamiento. ¡Y aquel hombre que él creía bueno, aquel sentimental que se enternecía cantando, había dado fríamente, entre dos arpegios, su orden de muerte!... El conde hizo un gesto de impaciencia. Podía retirarse, y le aconsejaba que en adelante fuese discreto, evitando el inmiscuirse en los asuntos del servicio.

El hombre que nos insinúa su afecto, que cifra la razón de su vida en la correspondencia de nuestro corazón al suyo, merece por ello mismo nuestra atenta simpatía, pues siempre es conmovedor para una mujer producir en un hombre esta exaltación sentimental.

El indiano, rara avis entre los indianos de Pereda, por lo sentimental, romántico y atildado, aparece como caído de las nubes, y sirve sólo para desenlazar la fábula. He dicho que todo esto era débil, pero sólo en comparación con otras bellezas más altas. Si aisladamente se lo considera, todo está bien, todo en su punto.

En primer lugar, hay lo que se llama comedia antigua, bajo cuyo rótulo general se comprenden todas las obras dramáticas anteriores a Comella; de capa y espada, de intriga, de gracioso, de figurón, etc.; hay, en seguida, el drama, dicho melodrama, que fecha de nuestro interregno literario, traducción de la Porte Saint-Martin como El Valle del Torrente, El Mudo de Arpenas, etc.; hay el drama sentimental y terrorífico, hermano mayor del anterior, igualmente traducción, como La huérfana de Bruselas; hay después la comedia dicha clásica de Molière y Moratín, con su versito asonantado o su prosa casera; hay la tragedia clásica, ora traducción, ora original, con sus versos pomposos y su correspondiente hojarasca de metáforas y pensamientos sublimes de sangre real; hay la piececita de costumbres, sin costumbres, traducción de Scribe: insulsa a veces, graciosita a ratos, ingeniosa por aquí y por allí; hay el drama histórico, crónica puesta en verso o prosa poética, con sus trajes de la época y sus decoraciones ad hoc, y al uso de todos los tiempos; hay, por fin, si no me dejo nada olvidado, el drama romántico, nuevo, original, cosa nunca hecha ni oída, cometa que aparece por primera vez en el sistema literario con su cola y sus colas de sangre y de mortandad, el único verdadero; descubrimiento escondido a todos los siglos y reservado sólo a los Colones del siglo XIX. En una palabra, la naturaleza en las tablas, la luz, la verdad, la libertad en literatura, el derecho del hombre reconocido, la ley sin ley.

¡Qué yo! algún encuentro sentimental; el placer de codearse durante largas horas con el que o la que se ama, el permitirse una libertad de lenguaje que no se podría usar en otra parte. ¡Perverso! se refiere usted a la señora d'Ornay y a Platel... Y la risa musical de María Teresa estalló en un gorjeo, acabando de exasperar a Juan.

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