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Actualizado: 19 de octubre de 2025
Lo mismo habían avanzado en otros siglos las grandes invasiones históricas. Eran como las antiguas naciones en marcha, que arrastraban detrás de ellas los seres y los muebles que forman la familia. Algunas veces llegaban á ser veinte mil, todos á caballo, sin medicamentos, sin víveres, confiando al azar la vida del día siguiente.
Dimmesdale acaso se habría dado más perfecta cuenta del carácter de este individuo, si cierto sentimiento mórbido, á que están expuestas las almas enfermas, no le hubiera hecho concebir sospechas de todo el género humano. No confiando en la amistad de hombre alguno, no pudo reconocer á un enemigo cuando éste realmente se presentó.
Hemos visto maniobrar dicho batallón, y nos ha llamado la atención lo preciso de sus movimientos, siendo cierta la fama que tienen sus individuos de hábiles tiradores; tanto es así, que con sus imperfectos y primitivos fusiles de chispa, salen al campo confiando tanto en su destreza, que generalmente no llevan más munición que el tiro que contiene el cañón del fusil, siendo muy rara la pieza que se escapa, pasando al alcance del plomo; verdad es que el uso de la caza es constante, dándose un ejemplo de fecundidad asombrosa en los venados, de los cuales se mata al cabo del año una cantidad tan exorbitante que apenas se concibe.
La hermosa española era en la escena la mujer tímida, dulce y resignada que soñó Wágner, confiando en la fuerza de su inocencia, esperando el auxilio de lo desconocido.
María repugnaba honestamente tal empeño, pero las súplicas fueron tantas, el objeto se lo presentaron por tan piadoso y tanto de encarecimientos y halagos fueron y vinieron, que al fin, dándose por rendida, y confiando en la negativa del soldado, que como cristiano viejo no admitiría tales prácticas, replicó: Puesto que a despecho de mi gusto habréme de vencer a lo que se me pide, todavía no me prestaré a ello si el mismo soldado no me lo permite no callando, sino que quiero oirle yo misma la súplica de su boca.
Confiando en el carácter respetable y para muchos sagrado de los sacerdotes, a su testimonio he de recurrir para conocer cómo fué aquella educación y qué resultado dió en el pueblo filipino. No debemos ocultar la verdad cuando pone en evidencia cosas que no halagan nuestro amor propio.
Susana me escribió que se iban al Frigal, pero no creía yo que fuera tan pronto... ¡Se va entonces a la estancia! y pobre, completamente arruinada; con qué alegría me lo dice en su última carta: «Ahora que somos iguales, no habrá más obstáculo a nuestra felicidad que la desavenencia de las dos familias, pero de esto me encargo yo.» ¡Siempre la misma, confiando en Dios! bien se ha portado Dios con nosotros, que no ha querido oírnos... Allí está el balcón, por donde ella me aparecía: un changador se ve ahora, triste representación de la realidad... Tú no me ves, Susana, ni puedes oírme, pero, desde aquí, te digo que te quiero, que te adoro: ahí va un pedacito de mi corazón destrozado, ¿sabes? todas tus cartas las he quemado, conforme me indicaste: nadie sabrá nuestros secretos... ¡adiós, Susana, adiós!... vamos, si sigo aquí, concluiré por llorar...
Gumersindo, siempre que de esto se le hablaba, echábalo a broma, confiando en la buena mano que tenía su mujer para todo. «Verán decía , cómo saca ella de debajo de las piedras siete yernos de primera». Pero la fecunda esposa no las tenía todas consigo.
El gaucho estaba muy sobre sí, ansioso de satisfacer su rabia y confiando en su destreza en las armas. Ambos ya en el sitio y con la pistola en la mano, marcharon el uno contra el otro. Inseguro Arturito de su puntería, no quiso disparar hasta llegar a la raya que se le había marcado. El gaucho, más seguro, disparó al dar el quinto paso.
El rector lo entendió muy bien, y confiando en san Francisco Caracciolo, dio otro paso adelante; la fiesta de la primera Comunión había de celebrarse el 19 de marzo, día de san José, y parecía natural, era muy conveniente, sería muy edificante que él, padre del niño, y la señora condesa, su madre, le acompañaran a la Sagrada Mesa. También aceptó Villamelón.
Palabra del Dia
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