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Actualizado: 11 de junio de 2025
No estaban ociosos en tanto los ruegos del amante, ni sus lágrimas escaseaban, ni sus encarecimientos disminuían; pero por más que representó don Lope el peligro de que fuese ella importunada por Muley, suplicada por Gerif y obligada por todos a cosa que aguase las esperanzas de entrambos, con todo, pudieron más en María las imaginaciones de ser mirada con menos valer que debiera por parte del padre de su amante y de su linaje orgulloso.
Y llegó el día esperado; y la marquesa recogió su tesoro del escondite de Madrid, y le trasladó al otro escondite que le tenía preparado en Francia. Y al guardián de allí, casi los mismos encarecimientos y advertencias que al guardián de acá.
En los días siguientes Olmedo confirmó esta buena opinión, hablándole con vivos encarecimientos de la formalidad de aquel chico y de lo muy arregladito que era. Quedó convenido entre Fortunata y su protector tomar un cuarto que estaba desalquilado en la misma casa. Aceptaba ella todo sin entusiasmo ni ilusión alguna, más bien por probar.
Porque, aunque suele decirse que por las selvas y campos se hallan pastores de voces estremadas, más son encarecimientos de poetas que verdades; y más, cuando advirtieron que lo que oían cantar eran versos, no de rústicos ganaderos, sino de discretos cortesanos. Y confirmó esta verdad haber sido los versos que oyeron éstos: ¿Quién menoscaba mis bienes? Desdenes. Y ¿quién aumenta mis duelos?
Poco añadirían a su reputación mis encarecimientos, que, por otra parte, parecerían quizás interesados. Es ocioso encomiar lo que está a la vista. Ponerse a describir bellezas fácilmente apreciables por cuantos tienen ojos y gusto es más de cicerone que de crítico.
Fueron tantos sus encarecimientos, que me ofrecí llevarles que viesen el autor dellas, que estimaron con mil demostraciones de vivos deseos. Preguntáronme muy por menor su edad, su profesión, calidad y cantidad.
El loco proseguía en sus encarecimientos, diciendo: ¡La boca es un anillo! ¡La garganta es de un cisne! ¡Pues y estos ojos y estas mejillas! Sus cabellos son una madeja de azabache; sus pies son dos nonadas, dos mentirillas: ¡qué madeja! Su nariz es un perfil de realce y el más perfecto de nieve...
Con estos encarecimientos no quedaba persona en todo el lugar que no me fuese a ver, y ninguno había que no saliese admirado y contento de haberme visto.
Miquis, a ratos, hacía burlescos encarecimientos del paisaje. «Allá decía las pirámides de Egipto, que llamamos tejares; aquí el despedazado anfiteatro de estas tapias de adobes. ¡Qué vegetación! Observa estos cardos seculares que ocultan el sol con sus ramas; estas malvas vírgenes, en cuya impenetrable espesura se esconde la formidable lagartija.
Por lo demás, yo creo que en la prosperidad y en la grandeza de los estados ó reinos musulmanes que hubo en España, entran por mucho la ponderación y la jactancia de los historiadores. Entra también por algo la manía de no pocos críticos y pensadores modernos, de encarecer ó ensalzar demasiado cosas que, si bien son bellas ó buenas, no merecen tan ponderativos encarecimientos.
Palabra del Dia
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