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Si su paternidad me confiara parte de esos realejos que tiene ociosos y criando moho, permita Dios que el piscolabis que he bebido se me vuelva en el buche rejalgar o agua de estanque con sapos y sabandijas, si antes de un año no se los he triplicado. El demonio de la codicia dió un mordisco en el corazón del lego.

De fijo llamaría su atención que una gran parte de los ociosos, que en aquel sitio se reúnen desde que existe, lo abandonaban á la caída de la tarde para dirigirse á la Carrera de San Jerónimo ó á otra de las calles inmediatas. Aquel público iba á los clubs, á las reuniones patrióticas, á La Fontana de Oro, al Grande Oriente, á Lorencini, á la Cruz de Malta.

Observa Bagehot, por ejemplo, cómo los inmensos beneficios positivos de la navegación no existirían acaso para la humanidad, si en las edades primitivas no hubiera habido soñadores y ociosos seguramente, mal comprendidos de sus contemporáneos a quienes interesase la contemplación de lo que pasaba en las esferas del cielo.

¡Pero qué de tristes compensaciones de lo que en ese barrio interminable revela algun bienestar! Es allí donde viven los ociosos amontonados como brutos, harapientos, semi-proscritos como gitanos, lívidos como el hambre que los devora, y hormigueando en las callejuelas, los sucios y ennegrecidos patios y las cloacas, como semilleros de gusanos.

Si los sitios más hermosos de la tierra llegaran á convertirse un día en punto de reunión de los ociosos, á aquellos que gustan de vivir en la intimidad con los elementos, no les quedaría otro recurso que huir en una barca al alta mar ó esperar el día en que puedan cernirse como el ave en las profundidades del espacio, pero siempre echarían de menos los frescos valles de las montañas, los torrentes que brotan de la inmaculada nieve, las blancas ó sonrosadas pirámides que se yerguen en lo azul del cielo.

Esa brillante mañana de febrero, al recorrer la larga y tortuosa arteria nombrada, llena de ociosos florentinos y de ricos extranjeros que habían salido de paseo, vi a varios caballeros y señoras de mi relación.

Y si diese cargo a otro, o a este mismo, que examinase los libros de caballerías que de nuevo se compusiesen, sin duda podrían salir algunos con la perfección que vuestra merced ha dicho, enriqueciendo nuestra lengua del agradable y precioso tesoro de la elocuencia, dando ocasión que los libros viejos se escureciesen a la luz de los nuevos que saliesen, para honesto pasatiempo, no solamente de los ociosos, sino de los más ocupados; pues no es posible que esté continuo el arco armado, ni la condición y flaqueza humana se pueda sustentar sin alguna lícita recreación.

En este último capítulo, sobre todo, he hecho grandes economías, pues estoy convencido de que, a excepción de un pequeño número, los libros sólo son buenos para los ociosos y ciertos espíritus perezosos incapaces de pensar por cuenta propia.

En aquel almacén de dramas empaquetados se desenvolvió ante , y hube de palparlo, el drama de Arias Limón y sus hermanas, que luego di a la estampa, para entretenimiento de distraídos y ociosos . Me rozaron, asimismo, otros muchos dramas, que se han perdido en el río de sombras y es probable que nunca aborden a una orilla.

Concedámoslo. ¿Pero no nos divertimos más cruelmente que con los toros con otros animales? ¿Las riñas de gallos son menos feroces que la tauromaquia? ¿En algunos países de Oriente no se deleitan los ociosos en echar a pelear, en cierta mesita redonda que sirve de circo, a dos escarabajos de muy belicosa condición que por allí se crían?