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Cierto volvió a afirmar la viuda. La música sigue el camino de la prosa como todo lo demás... ¿No oyen ustedes qué tonterías cantan ahora, qué pasacalles tan desabridos? ¡Y gracias que no sea algún trozo indecente de una zarzuela bufa! En las canciones ya no se habla de amor; ya no hay más que frases con doble sentido que ocultan alguna suciedad.

Idolatrías de los indios Manacicas; cómo celebran sus entierros I 280 Idolatrías y supersticiones de los indios Tapacurás I 267 Indigno tráfico de los europeos en las tierras de los indios Puraxís I 237 Indios rebeldes y fugitivos se ocultan en los montes del Chaco; salen á los caminos á robar y matar á los cristianos II 277 Indios Unapes, Paunapas y Carababas; cualidades y costumbres.

Pero en fin, esos amores heroicos no carecen de ejemplos en el mundo, aunque el mundo no crea en ellos. El mundo no gusta de estos méritos que traspasan los límites comunes, que son los suyos. A más, los amores inocentes, son los que menos se ocultan; desdeñando la hipocresía, dan margen más fácilmente a la maledicencia.

Si lo comprendiéramos, se abrirían para nosotros las puertas que ocultan primordiales misterios del orden moral y del orden físico; comprenderíamos el inmenso misterio de la desgracia, del mal, de la muerte, y podríamos medir la perpetua sombra que sin cesar sigue al bien y a la vida.

Verdad es que la montaña todavía nos parece formidable y contemplamos con admiración parecida al espanto sus soberbios picos que atraviesan las nubes en el aire glacial del espacio. Son tan altas estas pirámides nevadas, que nos ocultan la mitad del cielo. Desde abajo, sus precipicios, que la mirada intenta en balde medir, nos causan vértigos.

En tiempo de los Jesuitas se subia por el rio Sara ó rio Grande hasta el lugarejo de Payla, situado al este de Santa-Cruz; pero este camino, que obligaba á los viageros á dar una vuelta considerable, siendo al mismo tiempo no poco peligroso en tiempo de crecientes por causa de las avenidas que ocultan enteramente el álveo del rio, ha sido abandonado, harán como cincuenta años, para dirigirse mas bien por el Piray, el cual, aunque mucho mas angosto que el rio Grande, es ménos propenso á las crecientes devastadoras; razon por la que se le prefiere aun á pesar de los saltos que suele tener en tiempo de seca.

La vida parece ausente de esas tinieblas, pero existe, no obstante; repugnantes hongos, alimentados por la podredumbre, crecen en los rincones; infinidad de ratas se ocultan en sus agujeros. Los únicos seres humanos que se aventuran por tan tristes lugares son albañaleros, encargados de restablecer la corriente separando los amontonamientos de barro.

Veamos, señor; puesto que la ocasión se presenta, rompamos para siempre la sombra de hielo que ha existido hasta aquí entre los dos. Por mi parte, estoy muy dispuesto á ello. Desde luego, la señora de Laroque, sin desprenderse de un secreto que no le pertenece, no me ha dejado ignorar que las circunstancias más honorables para usted se ocultan bajo la especie de misterio de que se rodea.

Agregue usted a esto el crecido número de personas que se quedan ociosas, que cuando menos son más de la tercera parte, si no llega a la mitad, unos por empleados en cosas que no son necesarias en el colegio, otros que se fingen enfermos, otros que el corregidor y cabildantes ocultan y libertan de los trabajos de comunidad para emplearlos en sus chacras particulares, a más del crecido número de cuidadores, y verá usted los que quedan para trabajar, y cómo así los que trabajan y los que los cuidan no aspiran a más que a libertarse del castigo o represión, y en pareciéndoles que han hecho lo que basta para libertarse, ya no se mueven.

Y hay otro cambio súbito en la naturaleza, y tierra y cielos mudan de color como por encanto, y la mar vuelve á aparecer, y las estrellas se ocultan, y el sol recobra su soberanía con gran contentamiento de nuestros corazones, apenados un punto al ver vencido tan glorioso y potente astro por el más débil y mezquino de los mil que alimenta y vivifica su bienhechora llama...... Valencia, 1860.