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Los mismos que fueron á ver la agua llamaron á Pedro Ginovés, que repartía las raciones por la lista que tenía, y demandáronle que menguaba cada día la cisterna, y dijo que no llegaban á tres dedos; de manera que, dando las raciones que se daban, había agua para quince días; y si se tomara reseña de la gente que había, para que no se diesen raciones demasiadas, como se daban, había agua para mucho más; y sin nada desto, los alambiques solos de la munición y los de particulares bastaban á sustentar 800 hombres y más cada día, dándoles ración sin mezcla de agua salada y darles un tercio más de agua que se les daba.

Hemos visto maniobrar dicho batallón, y nos ha llamado la atención lo preciso de sus movimientos, siendo cierta la fama que tienen sus individuos de hábiles tiradores; tanto es así, que con sus imperfectos y primitivos fusiles de chispa, salen al campo confiando tanto en su destreza, que generalmente no llevan más munición que el tiro que contiene el cañón del fusil, siendo muy rara la pieza que se escapa, pasando al alcance del plomo; verdad es que el uso de la caza es constante, dándose un ejemplo de fecundidad asombrosa en los venados, de los cuales se mata al cabo del año una cantidad tan exorbitante que apenas se concibe.

¡Ah, ah! ¡Ahí vienen, ahí vienen! exclamó el antiguo soldado, cuyo rostro tomó de pronto una expresión de singular entusiasmo. ¡Vamos! ¡Por fin se deciden! Y se arrojó por la trinchera gritando: ¡Muchachos, atención! Al pasar, vio a Riffi, el sastrecillo de Charmes, inclinado sobre un enorme fusil de munición; el hombrecillo había hecho un escalón en la nieve para apuntar mejor.

La figura 25 da idea exacta de dichas proporciones y del prodigioso tamaño del astro que distribuye en nuestro sistema la luz y el calor. Para representar al Sol, la Tierra y la Luna en sus verdaderas proporciones de tamaño y de distancia, habría que disponer las imágenes de esta manera. La Luna debería hallarse representada por un grano de munición de 1 milímetro de diámetro.

Llega á su casa el Tuerto. (Y adviértase que el humo se va disipando, y no impide ya que yo vea la escena, con todos sus pormenores.) Quítase el sueste, ó sombrero embreado, de la cabeza; coloca sobre un arcón viejo el impermeable de lona que llevaba al hombro, y cuelga de un clavo un cesto cubierto con hule y lleno de aparejos de pescar. Su mujer desocupa en una tartera desportillada un potaje de berzas y alubias, mal cocido y peor sazonado; pónelo sobre el arcón, y junto á él un gran pedazo de pan de munición. El Tuerto, sin decir una sola palabra, después que sus hijos han rodeado la tartera, empieza á comer el potaje con una cuchara de estaño. Su mujer y los chicuelos le acompañan, por turno, con otra de palo. Conclúyese el potaje. El Tuerto espera algo que no acaba de llegar; mira á la tartera, después al fondo de la olla vacía, y, por último, á su mujer.

Suplica a V. M. mande se le den mil ducados de socorro por cuenta de sus ordinarios de lo más pronto que tuviere el maestro de la Cámara. También representa a V. M. que de resulta del hospedage del embajador de Francia se an distribuido las alajas dél en diferentes oficios, cargando a la Tapicería las sillas, y las vidrieras a la munición.

23 Por mano de tus mensajeros has proferido injuria contra el Señor, y has dicho: Con la multitud de mis carros he subido a las cumbres de los montes; a las cuestas del Líbano, y cortaré sus altos cedros, sus hayas escogidas; y entraré a la morada de su término, al monte de su Carmel. 24 Yo he cavado y bebido las aguas ajenas, y he secado con las plantas de mis pies todos los ríos de munición.

¡El patio está lleno de víboras! ¡No puedo dar un paso! ¡No, no!... ¡Socorro!... ¡Mi mujer se va corriendo! ¡Mi madre se va! ¡Me han asesinado!... ¡Ah, la escopeta!... ¡Maldición! ¡Está cargada con munición! Pero no importa... ¡Qué grito ha dado! Le erré... ¡Otra vez las víboras! ¡Allí, allí hay una enorme!... ¡Ay! ¡Socorro, socorro!!

Llega á su casa el Tuerto. (Y adviértase que el humo se va disipando, y no impide ya que yo vea la escena, con todos sus pormenores.) Quítase el sueste, ó sombrero embreado, de la cabeza; coloca sobre un arcón viejo el impermeable de lona que llevaba al hombro, y cuelga de un clavo un cesto cubierto con hule y lleno de aparejos de pescar. Su mujer desocupa en una tartera desportillada un potaje de berzas y alubias, mal cocido y peor sazonado; pónelo sobre el arcón, y junto á él un gran pedazo de pan de munición. El Tuerto, sin decir una sola palabra, después que sus hijos han rodeado la tartera, empieza á comer el potaje con una cuchara de estaño. Su mujer y los chicuelos le acompañan, por turno, con otra de palo. Conclúyese el potaje. El Tuerto espera algo que no acaba de llegar; mira á la tartera, después al fondo de la olla vacía, y, por último, á su mujer.

El pan se amasaba con agua salada; y como la munición era queso y tocino y otras cosas saladas que apetecían á beber y la ración de agua era limitadísima, se entretuvo la gente por temor de la sal muchos días con garbanzos y algún bizcocho que se les daba y dió, y muchos murieron de sola sed, y eran los caniculares y en Berbería: trabajaba la gente toda la noche y peleaba el día sin tener ningún reposo.