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Actualizado: 24 de mayo de 2025


En Tinian se conservan bastante bien 12 pirámides, que en conjunto formaron, según la tradición, la casa de Taga, personaje que por su carácter turbulento figura en la historia de las islas. De dicho Taga se cuenta tenía una hija muy hermosa, la cual, después de muerta, fué cubierta entre harina de arroz y enterrada en una de aquellas columnatas.

A la siniestra mano extendíase el bello jardín de los muertos, con sus anchas columnatas y sus calles de nichos vacíos. Quizá un ruiseñor cantaba entre las ramas de un ciprés religioso y sombrío como una elegía. De la honda paz de la tierra tal vez surgían esos rumores vagos, misteriosos, inquietantes, que parecen diálogos del más allá.

El primo de María, Muley para los moriscos y don Fernando entre los españoles, como desdeñando de emplearse en tan frívolo pasatiempo, sirviéndole de arrimo una de las columnatas, no pensaba sino en sus proyectos, y sólo parecía asistir en la zambra por el ahinco con que derramaba a veces la vista en su hermosa María.

Unas veces la diligencia rueda suavemente por entre tupidos bosques, basílicas perfumadas de verde y blando tapiz y elegantísima techumbre, donde la mirada se siente como aprisionada entre artesonados de verdura aérea coronando interminables columnatas de color gris ó rojizo, como parecen los mástiles de los abetos y pinos; otras se desciende al fondo de un estrecho vallecito lleno de aromas y rumores salvajes, ó salpicado de chalets y sementeras, ó colmenas de abejas domesticadas, que le dan el aspecto de un huerto caprichoso y variado; otras, en fin, al trepar á una eminencia, sobre alguna de las mas altas montañas, ó al pasar por delante de una abra de los grupos ó cordones que las forman, se registra un vasto horizonte que abarca toda la Suiza central, y se ve á lo léjos, al S.S.-E., el grandioso anfiteatro de montañas graníticas y nevadas de los Alpes berneses.

Solitaria, cortada por varias carreteras y un ferrocarril, llena de ricos aromas, la floresta nos encantaba con su silencio profundo, interrumpido solo á veces por algun lejano silbido de locomotiva, y sus hermosos y oscuros pabellones, reposando sobre altas columnatas de abetos y pinos, parecian anticipar la noche con sus poéticas sombras.

Llenas todas las formalidades consiguientes al convenio celebrado, verifícase la traslacion de las reliquias, vasos sagrados, imágenes y demas objetos religiosos al lugar provisional en que debia celebrarse el culto mientras se hacia la nueva iglesia: los Cristianos mas fervorosos acuden á presenciar la remocion de aquellos amados objetos, á regar con lágrimas aquella tierra santificada con despojos de mártires, á dirigir una mirada de tierna despedida á aquel magnífico templo, bajo cuyos dorados artesones habia un tiempo circulado, como trueno de nube fecunda, la voz del santo confesor Osio repitiendo los artículos del Símbolo que su inspirado labio habia dictado en presencia de Constantino en la asombrada Nicea . Despojado por fin el templo, desocupados los claustros de los eclesiásticos y de los niños ofrecidos al servicio del culto , hecha tambien la traslacion de la escuela y biblioteca , reúnense á hora desusada de la noche bajo las silenciosas y desnudas columnatas romanas, sentenciadas á inmediata demolicion, el prelado, los presbíteros con su arcipreste, los diáconos con su arcediano, los subdiáconos y todos los clérigos menores con su primicerio, el instructor de los clérigos, el presidente de la sacristía, el archiscrinario, por último el seminario de los oblatos con el docto y piadoso anciano que los educa y rige, los ostiarios, y todos los seglares consagrados al servicio subalterno de la basílica, con no pocos feligreses devotos; y en solemne y lúgubre cortejo, despues de dichas las preces oportunas, entonando á media voz con sigiloso modo el breve y elocuente salmo Usque quo, Domine, oblivisceris me in finem, tan adecuado á los sentimientos del alma atribulada que recurre á Dios con firme esperanza, en el cual sobresalen las argentinas voces de los descuidados é inocentes niños y algunos mal reprimidos sollozos de los apesarados feligreses, salen del profanado templo por su orden, sin iluminacion ni aparato, y van desfilando magestuosamente á favor de las nocturnas tinieblas hácia una de las parroquias de la Ajarquía, en cuyas angostas y tortuosas calles se pierde en breve la piadosa comitiva.

Más allá de las columnatas de palmeras y pinos parasoles se elevaba el golfo, como un telón azul. Su borde superior sobrepasaba las rumorosas copas de los árboles. Un edificio enorme apareció, metido en el agua. Era un palacio en ruinas, ó más bien un palacio sin terminar, de gruesos muros, labrados ventanales y sin techo.

Maltrana, siempre que veía de lejos este cementerio, destacando en el cielo las techumbres redondas de sus pabellones, las columnatas y la helénica vegetación de sus esbeltos cipreses, pensaba en una acrópolis clásica de aquellas que eran fortaleza, santuario y paseo a un tiempo. La dulce calma, cortada por el rumor del follaje y el piar lento de los pájaros, disipó la inquietud de Feli.

Dichas columnatas, que se encuentran más ó menos deterioradas en casi todas las islas que fueron habitadas, debieron ser, al par que recuerdos cinerarios, apoyos de las casas de los magnates, tanto es así, que á cada uno de los grupos que componen aquellas, llaman los indígenas casas de los antiguos.

Quiero, pues, que nuestro rápido crecimiento marque sus grados en esas suntuosas columnatas, y que los arcos que lleven la incorruptible techumbre se levanten sobre otros arcos inferiores. »Espanto y lágrimas producirá en los Cristianos la amenaza de esa creciente marejada; pero los que se conviertan verán en esos arcos el iris de la paz y de la bonanza.

Palabra del Dia

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