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El pulso era normal; circulaba la sangre con regularidad perfecta; la arteria no denunciaba la más leve agitación y los hermosos ojos de Magdalena no brillaban ya con el fulgor de la fiebre, sino con el resplandor de la felicidad. Volviose Avrigny hacia Amaury, y estrechándole en sus brazos le deslizó al oído estas palabras: ¡Si pudieras salvarla!...

El señor Fermín se conmovía recordando esta época feliz, que fue la de su matrimonio con la pobre mártir, como él llamaba a su difunta mujer. Se reunían los compañeros de trabajo en las tabernas todas las noches, para leer los papeles públicos, y la caña de vino circulaba sin miedo, con la largueza del jornal abundante y bien retribuido.

Todos los sillones del paseo estaban ocupados. Las damas, vestidas de blanco, gozaban el bienestar de una leve frescura después de las angustias sufridas en el salón. Circulaba impreso el programa de las fiestas con las que se solemnizaba el paso de la línea: cuatro días de banquetes, conciertos y juegos atléticos.

Circulaba el porrón, soltando su rojo chorrillo que levantaba un tenue glu-glu al caer en las abiertas bocas; obsequiábanse unos á otros con puñados da cacahuetes y altramuces.

Cuando acababan los cantos, prorrumpía el público en aclamaciones de entusiasmo obsceno, y otra vez era glorificada la Macarena, la hermosa, la única, la que daba... disgustos a todas las Vírgenes; y el vino circulaba en vasos a los pies de la imagen, y los más vehementes le arrojaban el sombrero como si fuese una moza guapa; y no se sabía ya qué era lo cierto, si el fervor de iluminados con que cantaban a la Virgen o la orgía ambulante y pagana que acompañaba su tránsito por las calles.

De vez en cuando circulaba entre ellos un soplo de esperanza. Madrid iba a tener un gran matador. Acababan de descubrir a un novillero, hijo de las afueras, que, después de cubrirse de gloria en las plazas de Vallecas y Tetuán, trabajaba los domingos en la plaza grande en corridas baratas. Su nombre se hacía popular.

Cuando Juanita veía pasar por la antesala a doña Agustina, que iba muy pomposa a la tertulia, la sangre del valiente oficial de Caballería que circulaba en sus venas se alborotaba toda, y necesitaba ella del dominio que tenía sobre para contener sus ímpetus y no arañar a doña Agustina.

Llenose de ellos los bolsillos, y es más que probable que dejara caer alguno, que no faltó quien recogiera, porque por la noche, en el teatro, oyó a algunos jóvenes autores y abonados de la orquesta bromear y reírse de una carta que acababan de encontrar y que circulaba de mano en mano.

Era para creer que el mismo aliento nos animaba a la vez en una existencia indivisible y que la sangre de Magdalena, no la mía ya, circulaba en mi corazón enteramente desposeído por amor. En aquel instante sintiose un poco de ruido en un palco situado al otro extremo de la sala y en él entraron dos mujeres solas, vestidas con gran lujo y llegando tarde para causar más efecto.

Tres enanos que vagaban sobre su vientre, explorando por última vez los bolsillos de su chaleco, cayeron de cabeza sobre la tupida hierba de la pradera y trotaron á continuación dando chillidos como ratones. Sin dejar de huir se llevaban las manos á diferentes partes de sus cuerpos magullados, mientras una carcajada general del público circulaba por los lindes de la selva.