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Tarlein se encogió de hombros, como tenía por costumbre. Tendremos que avisar que está enfermo dijo. Me parece lo único que podemos hacer asentí. El viejo Sarto, en quien la francachela de la víspera no dejara el más leve rastro, había encendido su pipa y fumaba furiosamente. Si no lo coronan hoy dijo, apuesto un reino a que no lo coronan nunca. ¿Pero, por qué?

Lo hice tan bien, fui tan seguro y apuesto en aquel soberbio animal, que mi padre no pudo resistir a la tentación de lucir a su discípulo, y después de reposarnos en un cortijo que tiene a media legua de aquí, y a eso de las once, me hizo volver al lugar y entrar por lo más concurrido y céntrico, metiendo mucha bulla y desempedrando las calles.

La pobre muchacha, villanamente abandonada no hacía siquiera dos meses, le sonrió con dulzura. Esta dulzura había sido precisamente la causa de su desgracia. El apuesto Pablito se cansaba pronto de las mujeres dulces. Sin embargo, devolvió la sonrisa, y al pasar a su lado, le dijo áticamente: Te van a embestir los toros, Nieves. La bordadora traía un pañuelo rojo atado a la cintura.

Afectando la más alta corrección, como la de apuesto caballero que asiste y corteja en un baile a gentilísima dama, bromeaba yo con mi tía: Señorita... ¡es usted encantadora! Dígnese usted escucharme. Ya no puedo, ni debo callar.... ¡Amo a usted!... ¡La adoro! La anciana reía, reía a su sabor, y contestaba a mis requiebros con frases entrecortadas, como si fuera presa de profunda emoción.

Era su figura y rostro de lo más apuesto, hermoso y noble que se pudiera imaginar.

¿Y mal? preguntó con inquietud Liette, a quien el notario respondió con una señal imperceptible. La empleada, impaciente por saber, dijo: Oye, Carlos, debías hacer una visita al señor cura para presentarle tus respetos y tu cruz... Comprendido... A las órdenes de usted, mi comandante. Y dando un beso a su madre adoptiva, le dijo al oído: Apuesto a que para ti no habrá secreto profesional.

Dio algunos pasos, volvió sobre ellos, miró la larga fila de ventanas iluminadas y continuó reflexionando: «Apuesto cualquier cosa a que creen que soy, en efecto, un espía. ¡Idiotas! Hay que decirles que yo he sido también estudiante y he llevado melena como ellos. Me corto el pelo ahora, porque empieza a caérseme; pero eso no prueba que yo sea espía.

Villamelón, con mucha dignidad, replicó al punto: Mira, Curra, en la mesa no discuto... ¿Sabes?... Pero tienes parcialidad por Jacobo y vas a llevarte un chasco muy grande, muy grande... ¿Me entiendes, Curra?... Ese viajito repentino me da mala espina: apuesto a que no va solo.

Mandóse alojar á aquéllos en las casas de nobles y de acaudalados sevillanos, tocando á D. Diego Sánchez de Orihuela, hospedar uno llamado Monjarras, que era hombre joven, apuesto y de violento carácter, y el cual hubo de enamorarse de una hija soltera que D. Diego tenía.

En uno de los grupos, con las piernas encogidas, las espaldas dobladas y la pipa en los labios, se encontraban Materne y sus dos hijos. De vez en cuando, Luisa aparecía en la puerta de la granja, y en seguida entraba de nuevo para recomenzar la labor. Un apuesto gallo escarbaba en el estiércol y cantaba con voz ronca; dos o tres gallinas se paseaban entre la maleza.