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Actualizado: 8 de octubre de 2025


¡Ah, Planeta! decía sin soltar á Luis de entre sus brazos. Lo menos hace medio año que no te veo. Y siempre tan loco, ¿verdad? Siempre coleccionando libros y aprendiendo cosas sin sacar de ellas provecho. ¡Apuesto cualquier cosa á que aún no has reunido mil duros!...

El brutal chalán lanzó una exclamación grosera al pasar Roger, quien siguió su marcha sin darse por entendido; pero como á la mujer se le ocurriese llamar á gritos al apuesto joven invitándole á comer con ellos, su marido se enfureció de tal manera que empuñando la vara empezó á dar de palos á su caritativa compañera.

Justamente en aquel instante fué cuando apareció en la esfoyaza D. Lesmes, el apuesto capellán de Iguanzo. Pasaba de Villoria, oyó la algazara y se apeó para disfrutar de ella algunos momentos. Y en cuanto entró sin más preámbulos se sentó al par de Flora y comenzó en voz baja á requebrarla, sin darle un comino por Jacinto que se hallaba del otro lado.

Es una posibilidad contra una certeza dijo Sarto. Si se afeita usted apuesto a que nadie duda que sea el Rey. ¿Tiene usted miedo? ¡Señor mío! ¡Vamos, joven, calma! Ya sabemos que si lo descubren le cuesta a usted la vida, y también a y a Federico. Pero si se niega usted, le juro que Miguel el Negro se sentará en el trono antes de que acabe el día y el Rey yacerá en una prisión o en su tumba.

¡Si no tiene formalidad ninguna! replicó Villamelón muy impaciente . Apuesto a que llega tarde. ¿Sabes? Y como si el reloj de Palacio quisiera aumentar su zozobra, dio en aquel momento la una y tres cuartos. Villamelón ofreció el brazo a la Valdivieso para subir la gran escalera, y Currita subió detrás apoyada en el del buey Apis.

El capellán D. Lesmes venía de este pueblo caballero en una jaca torda, linda y briosa. Era D. Lesmes, como ya sabemos, hombre apuesto, se hallaba en la flor de la edad y era además fachendoso, y sobre todo galán y enamorado. No es maravilla, pues, que al ver á la aldeana hiciese parar en firme á su caballo y pusiera cara de pascua. Buenos días, Florita, buenos días.

Negaránla, es claro, porque precisamente en el campo es donde estos señores se han empeñado en colocarnos la felicidad terrena, ya bajo el aspecto de encanecido anciano, que perora con más elocuencia que Demóstenes y más profundidad que Sócrates, so la añosa encina, ó cabe la parlera fuente; ya bajo el de apuesto galán que cultiva el fértil valle, y aunque suda al sol y come ráspanos y borona, es por la noche bastante sublime para echar un discurso á su novia, que le espera con un ramo de flores, y que no es menos gallarda, menos elocuente ni menos poética que su adorado; ya, en fin, bajo la forma de blancos manteles, doradas frutas, triscador cabrito, fiel y respetuoso can, etc. etc...; y todo ello sin más inspiración que la Naturaleza, ni más mentores que los bardales, el susurro de las celliscas y las pláticas del cura.

Paseábase por el medio del salón tan apuesto, tan bizarro, que daba gloria verlo. Miraba cuándo a un lado, cuándo a otro, como hacen todos los hombres de verdadero ingenio en estos casos.

Habría sido apuesto y galán el señor de las Cuevas en sus tiempos juveniles; porque hoy, a los setenta y cuatro años, es un hombre brioso, erguido, de vivos y penetrantes ojos, nariz aguileña, noble y descubierta frente. Toda su figura anuncia energía y decisión.

Poco cabe ahí dijo Julia mirando el pedazo de cartulina . ¿Sabusté lo que le digo? Póngala usted a la señorita que si no contesta se plantifica usted en su casa pa hablar con ella, y apuesto las orejas a que, por miedo, contesta. En fin, así sabrá usted si da lumbre, porque hasta hoy está usted como alma en pena.

Palabra del Dia

mármor

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