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¡Qué tarde! volvió a exclamar el apuesto caballero dirigiéndola una mirada fija y triste de reconvención. La dama le pagó con una graciosa sonrisa, replicando al mismo tiempo con acento burlón: Nunca es tarde si la dicha es buena. Y le tomó la mano y se la apretó suavemente, y le condujo luego sin soltarle al través de los corredores, hasta un gabinete que debía ser el despacho del mismo joven.

¡Oh! ¡Dios mío! ¡os va á parecer detestable mi almuerzo! El rey no almuerza tan bien como vos, ni con tan buen servicio... apuesto á que esta plata ha venido en derechura para vos del Potosí... Ved ahí que me importa poco el lugar de donde haya venido. Debe importaros mucho más el lugar en donde ha parado. Sabe Dios si para. Mejor, porque será río si corre. Me voy cansando...

La joven se repuso un poco, y con voz tenue, dijo: Es mío. ¿Qué es suyo? dijo una de las mujeres. Si la vi yo correr como una desalación. Apuesto á que lo cogió en la casa del número 15. No, que venía de más abajo dijo otra. Apuesto que es de casa de la sa Nicolasa, la pupilera de ahí enfrente dijo otra mujer.

Ménos en el Dorado, no he encontrado hasta ahora en el mundo habitable mas que desventurados; pero apuesto á que esa moza y ese frayle son felicísimas criaturas. Yo apuesto á que no, dixo Martin. Convidémoslos á comer, dixo Candido, y verémos si me equivoco.

Pero si no tengo novia... ¿Quién le dijo á usted eso?... Apuesto á que fué Manuel de María... Pues que se ande con cuidado ese charlatán con las bromas, que bien sabe cómo las gasto... Dieron un corto rodeo para no pasar por la villa y tornaron á seguir la carretera, siempre á orillas del Lora.

¿Ves? Pues tiene celos el marido. Lo decía yo.... Si eres un inocentón. ¡Hija, hija, hija! ¡Cualquiera me la pega a , a , en esas cuestiones! Te digo, te digo, que no tenían nada Artegui y Lucía, y Lucía.... Ahora mismo apuesto cuatro onzas, cuatro onzas....

La pobrecilla, al ver rendido a sus pies al joven más rico y más apuesto de la villa, dejaba escapar por todos los poros de su lindo rostro ruborizado, el gozo íntimo que le embargaba. ¡Qué sonrisas, qué gestos tan expresivos! Las muchachas de la población la miraban con expresión de burla. Aquellas miradas decían: «Goza, goza un poco, infeliz, que pronto vendrá el desengaño».

Parece un ramo de rosa y blanco. Nadie imaginaría que pudiera haber otras tan bonitas. No me sorprendería que un día llegara a ser la señora de Cass, al fin y al cabo. Ninguna joven sería más digna de eso, porque sería una linda pareja. No podéis tener nada que observar a la figura del señor Godfrey, os apuesto dos peniques, en verdad.

¡Oh! ¡Bonitísimo suceso! exclamó con entusiasmo D. Diego . ¡Cuánto daría porque a me pasase uno semejante! ¿Ella le ha visto a usted? No. Pues en cuanto le vea, apuesto a que se apresura a salir por la puerta, sin exponerse a los peligros de arrojarse por la ventana. Pero ahora que me ocurre, Sr.

Tales fueron las diversiones dispuestas por el pueblo de Bruselas, que afirman algunos autores, se le oyó mas de una vez decir á Felipe, que de buena gana seria su punto de residencia esta capital. Es opinion comun que D. Felipe era de una arrogante figura, apuesto caballero y muy amigo de vestir con esplendidez. Añádese á esto un carácter amable, por lo cual todos lo apreciaban.