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Y dijo, de pronto, Fernando: Pero no eres de mi cuerda; no te divierten mis aventuras ni te enardecen mis proyectos.... Para ti la mujer es una cliente, un caso patológico.... Ya que eres un San Antonio sin tentaciones.... Apuesto a que no has reparado en Rosa la del Molino, ni en la propia Carmencita; y, mira, esa era para ti que ni pintada...; ¿por qué no la pretendes?

Apuesto que estáis rabiando por saber quién es y cómo se llama; pero eso no lo he de mentar, porque mi señora madre y D. Paco me dijeron que si hablaba de esto antes de llegar la ocasión, me castigarían no dejándome montar en el potro. ¡Qué guapa es, señores!

¿Pero ustedes creen que a se me puede ocultar el gusto del arsénico?... dijo enteramente descompuesto, los ojos extraviados . Y no son tontas; ponen poca dosis... un centigramo, para irme matando lentamente... Y apuesto a que ha sido Ballester el que les ha dado el ácido arsenioso... porque también él está contra ... ¿Qué infierno es este, Dios mío?...

Luego sacó una cajita de medicinas y una botellita con poción. «Aquí traigo otra antiespasmódica. La he hecho yo mismo, y traigo también el percloruro de hierro y la ergotina, por si acaso... Mucho cuidado, hija mía, mucho reposo; que las emociones y los disparates de hoy nos pueden traer un trastorno. Apuesto a que Maxi ha venido a contarle a usted alguna otra tontería.

Además, hijo de una gran familia; señorones adinerados que nunca le dejaban ir por Toledo con el bolsillo vacío. Y ella, la pobre Sagrario, bobita de amor, chalada por su cadete, orgullosa cuando paseaba los domingos por Zocodover o el Miradero entre su madre y aquel novio tan apuesto que le envidiaban las señoritas de la ciudad. La hermosura de tu sobrina hacía hablar a todo Toledo.

Veinte años antes, Simón Cerojo no se hubiera fijado siquiera en estos imponentes detalles, y hubiera caminado impávido a la misma hora y por el mismo sendero, entonando unas seguidillas, a pesar de la lluvia y del frío. Pero la vida regalona y el apego a las comodidades del rico Peñascales, habían enervado los bríos y arrugado el corazón del apuesto cortejante de la arisca Juana.

Cara, cuerpo, expresión, todo lo que no es del alma es en ti noble y hermoso; llevas en tu persona un tesoro, un verdadero tesoro de líneas... Vamos, apuesto a que no lo entiendes».

Yo le encuentro antediluviano con su Juana Baud y su Salveneuse, al que me parece estar viendo con su perro, sus patillas teñidas y su pantalón ancho. Creo que estoy oyendo historias de mi abuelo... Apuesto á que nos va á hablar ahora de Valentino y de Markowski. Tragomer se echó á reír.

Ello es que antes de que Benina traspasara la puerta, Doña Francisca le echó esta rociada: «¿Te parece que son éstas horas de venir? Tengo yo que hablar con D. Romualdo, para que me diga la hora a que sales de su casa... Apuesto a que te descuelgas ahora con la mentira de que fuiste a ver a la niña, y que has tenido que darle de comer... ¿Piensas que soy idiota, y que doy crédito a tus embustes?

La verdad ante todo: yo, que hasta entonces dominaba la escena con el desembarazo que da la conciencia de «valer más» en la escala de la educación y de la cultura intelectuales, al verme enfrente de aquellos dos concurrentes de tan distinguido y elegante porte, sentí que se me bajaban mucho los humos de la chimenea, hasta en lo de llevar bien la ropa, particularmente en lo que tocaba la comparación con el apuesto y correctísimo yerno del señorón de Coteruco.