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Actualizado: 29 de julio de 2025


Á fe mía, dijo riéndose Gualtero, que con sus cantos y gritos hacen bastante algazara para anunciar su presencia sin necesidad de guías ni emisarios. ¡Adelante! Á dos puertas se oía el estrépito de la francachela. Entraron por un portalón bajo y al final de estrecho corredor se hallaron en una gran sala iluminada por dos antorchas.

Tarlein se encogió de hombros, como tenía por costumbre. Tendremos que avisar que está enfermo dijo. Me parece lo único que podemos hacer asentí. El viejo Sarto, en quien la francachela de la víspera no dejara el más leve rastro, había encendido su pipa y fumaba furiosamente. Si no lo coronan hoy dijo, apuesto un reino a que no lo coronan nunca. ¿Pero, por qué?

Al pasar por el comedor salió a saludarla el ama de llaves, muy atenta y obsequiosa, ensanchando cuanto pudo su robusta persona para taparle la vista de la mesa en que se hallaban los restos de la francachela que, en ausencia de su amo, celebraban aquellos granujas. Acudió el cocinero por el otro lado, pillo de siete suelas con aire de bonachón y campechano, y la invitó también a ver su cocina.

Por la confianza con que trataban al conde comprendí que a menudo debían de ser sus compañeros de francachela, por más que aquel les llevase bastantes años. Entre ellos había uno rubio, de fisonomía extranjera. Después supe que era un inglés tan noble y rico como calavera, que acostumbraba pasar largas temporadas en Sevilla.

Todos recitaban la misma lección. Hasta viejas achacosas que jamás salían de sus barracas declararon que aquel día, á la misma hora en que sonaron los dos tiros, Pimentó estaba en una taberna de Alboraya de francachela con sus amigos.

Apeles, por quien no pasan días y que ha estado en Roma una buena temporada, se la trae de allí y la instala en su casa, á pesar de su virtuosísima y severa madre, que vive todavía. La casa de Apeles es un perpetuo holgorio; mucho festín, mucha francachela y mucho brindis.

Apresurad el paso, que hoy tiene Hugo de Clinton una reunión alegre con sus compañeros de francachela y no os traería cuenta retrasarle la fiesta ni tampoco presentárosle en medio de ella. Yo tengo que quedarme aquí por ahora.

Febrer recordaba sus bromas de otros tiempos, en noches de francachela, ante los platos de ostras frescas en los grandes restoranes de París.

Presentando ante mi vista, en larga serie de cuadros, la primera y alegre francachela con el Rey, mi furioso ataque con la mesita de hierro en el cenador, la noche en el foso, la persecución por el bosque; amigos y enemigos, los que aprendieron a respetarme y quererme y los que procuraron arrancarme la vida.

Palabra del Dia

godella

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