Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 28 de junio de 2025


A las doce menos cuarto llegó la condesa de Albornoz, imponiendo a todo el mundo su desvergüenza y su cinismo, haciendo fango en el mismo cieno, según la enérgica expresión de un historiador antiguo. Venía apoyada en el brazo de Juanito Velarde y caminaba a retaguardia su marido.

Si no hubieras venido, hubiéramos ido todos a tu casa exclamó Butrón con gran vehemencia Como que sin ti no puede hacerse nada y en tus manos está, en rigor de verdad, la suerte del partido. La vanidad hizo en el rostro de la Albornoz lo que jamás había conseguido la vergüenza: sonrojarlo.

No era, sin embargo, el aburrimiento el que había traído aquella mañana a la condesa de Albornoz a entretenerse con sus hijos: parecía, por el contrario, preocupada, un poco inquieta, y notábase en ella esa agitación nerviosa de todo el que espera algo que teme o le importa. Lilí tuvo una idea felicísima: propuso a su madre que hiciese retratar a Paquito con sus premios.

La muchedumbre rodea a un individuo de elevada estatura, pálido, altivo, envuelto en un albornoz negro. Ese hombre había luchado ocho días antes con una pantera en el Zaccar. La pantera fue muerta, pero el hombre sacó medio brazo devorado. Va diariamente a la oficina árabe para hacer que le curen, y siempre lo detienen en el patio para oírle referir su historia.

Echáronse todos encima con grande furia y él comenzó a soltar a diestro y siniestro enormes desvergüenzas, mientras Currita, con altivez de reina ofendida, llamaba a Fritz el lacayo y dábale orden de ir al punto a Loyola para anunciar al superior que la señora condesa de Albornoz iría de dos y media a tres a visitar la casa y el Santuario.

Varios lacayos con pelucas empolvadas y gran librea verde y amarilla, colores de la casa, cruzaban por todas partes, ofreciendo a la concurrencia, en grandes bandejas de plata, sorbetes a la Albornoz. Eran los famosos helados de naranja, servidos en la mitad de la cáscara de la fruta, artísticamente vaciada al efecto.

El árabe le obliga a soltar el albornoz y rechaza al judío... No sabe nada, no ha presenciado nada: cabalmente en aquel momento miraba a otro lado. , , Kaddur, lo has visto... has visto al cristiano cuando me pegó grita el infeliz Iscariote a un negrazo que está mondando un higo chumbo.

Esta ilustre salvaje civilizada era la excelentísima señora doña Francisca de Borja Solís y Gorbea, condesa de Albornoz, marquesa de Catañalzor, dos veces grande de España por derecho propio, y marquesa de Villamelón y de Paracuéllar, con otra Grandeza, por el héroe de la batalla navo-terrestre de Cabo Negro, su ilustre marido.

Mientras la de Albornoz hablaba, Isabel Mazacán, muy impaciente, cuchicheaba al oído de Butrón, diciéndole: ¡Pero qué grandísima embustera!... ¡Pero qué modo de inventar historias!... ¡Mentira, Butrón, mentira todo!... Si me dijo García Gómez que justamente en el consejillo había dado cuenta el ministro de Ultramar del deseo de ella, y entonces quedó acordado el nombramiento, supuesta la aprobación de la Cisterna... Hoy, hoy por la mañana, es cuando debe de haber ido el presidente del Consejo a notificárselo a Currita.

En la primera de las banquetas de detrás, María Valdivieso, Paco Vélez y Gorito Sardona reían a carcajadas, disputándose el honor de soplar con alientos de buzo en la sonora corneta, avisando a los pacíficos aldeanos y a los mensurados bueyes, a las modestas cestas de camino y a las chillonas carretas cargadas de helechos, que se quitasen de en medio, que se echasen a un lado y se tirasen todos de cabeza por cualquier barranco, porque el mail-coach, con seis caballos, de la excelentísima señora condesa de Albornoz, necesitaba libre toda la carretera de Guipúzcoa.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando