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Actualizado: 18 de junio de 2025


Como buzo que baja en busca de coral y de perlas al fondo de los mares, hundió su mente en la íntima contemplación de su propio ser, buscando allí la raíz por donde estaba asido y como pendiente de lo infinito. Tampoco así halló nada, sino obscuridad vacía y lúgubre. Volvió el pensamiento de Fray Miguel al mundo exterior.

Era un cuadro en las profundidades del mar, con ansiedad de buzo y resplandor de mariscos entre el lívido verdor del agua. Las arañas se paseaban sobre los objetos, pero Rafael no les tenía miedo. Las correderas entraban y salían por los intersticios, huyendo azoradas al ruido, pero el Majito tampoco las tenía miedo. Estuvo un rato en acecho, dudoso, mirando y eligiendo.

Pero, aunque llegase alguien a convencerme de que cualquiera de estos novelistas de ahora valía más que Cervantes, aún no me convencería yo de que la superioridad consistía en el ejercicio o en el empleo de un arte más exquisito y profundo, sino en que a Zola, pongamos por caso, le había dado Dios más inteligencia, más estro, más inventiva y más profundidad de ideas y de sentimientos que a Miguel de Cervantes, por donde éste se había limitado a escribir cosillas de mero pasatiempo, sin penetrar más allá de la corteza y de la epidermis, mientras que Zola se hunde como buzo espiritual en las más obscuras reconditeces del ser humano, sacando de allí a la clara luz del día secretos misteriosos, nunca revelados antes.

Madrid puede decir lo que tenga por conveniente; pero yo no estoy en el caso de hacer el buzo, para dar un buen rato á las tertulias de Madrid.... Nada, nada, repetia, y apretándome más fuertemente, previno al hombre que subiera la máquina. Al notar mi mujer que el hombre tiraba de la cuerda, me cogió del brazo con resolucion, diciendo al ingeniero.

Y Ferragut reía á su vez de la pobre ciencia, ignorante y desarmada ante la inmensidad misteriosa del Océano. Apenas si había llegado á medir sus grandes fondos: la escafandra del buzo sólo podía descender unos cuantos metros. Su único instrumento de exploración era el alambre sondeador, menos importante que un hilo de araña que intentase explorar la tierra vagando á través de su atmósfera.

Quintín Porras, no le venía mal el apellido poseía el don de penetrar con la mirada en lo más hondo de la conciencia ajena. Caía en ella como el buzo en el mar, como buzo que se sumerge hasta apoderarse de la concha. La asía, no la soltaba, y salía luego a flote, pregonando su victoria. Sin pararse en pelillos descubría el secreto sorprendido, haciendo de él fisga y chacota.

En la primera de las banquetas de detrás, María Valdivieso, Paco Vélez y Gorito Sardona reían a carcajadas, disputándose el honor de soplar con alientos de buzo en la sonora corneta, avisando a los pacíficos aldeanos y a los mensurados bueyes, a las modestas cestas de camino y a las chillonas carretas cargadas de helechos, que se quitasen de en medio, que se echasen a un lado y se tirasen todos de cabeza por cualquier barranco, porque el mail-coach, con seis caballos, de la excelentísima señora condesa de Albornoz, necesitaba libre toda la carretera de Guipúzcoa.

Palabra del Dia

rigoleto

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