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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Cuando llegó a su casa le dolía la cabeza; acordose entonces de Botín, a quien de seguro encontraría, esperándola airado, y entonces cayó un velo negro sobre sus alegrías. Se volvieron obscuras, y andaban dentro de ella azoradas, corriéndosele del corazón a los labios y dejándole un sabor amargo en todas las partes de su ser por donde pasaban.
Era un cuadro en las profundidades del mar, con ansiedad de buzo y resplandor de mariscos entre el lívido verdor del agua. Las arañas se paseaban sobre los objetos, pero Rafael no les tenía miedo. Las correderas entraban y salían por los intersticios, huyendo azoradas al ruido, pero el Majito tampoco las tenía miedo. Estuvo un rato en acecho, dudoso, mirando y eligiendo.
Facundo necesita ya de terror para moverlas, y en batalla campal se presentan como azoradas en presencia de las tropas disciplinadas y dirigidas por las máximas estratégicas que el arte europeo ha enseñado a los militares de las ciudades.
Hizo irrupción en la sala la orquesta callejera; pero al ver las niñas pobres la claridad del alumbrado, se detuvieron azoradas sin osar adelantarse. Lola, cogiendo de la mano a la que parecía capitanear el grupo, la trajo casi a la fuerza al centro de la estancia. Entra, mujer... que pasen las otras.... A ver si nos cantáis los mejores villancicos que sepáis.
Las parientas de la señora Aubry se retiraban, algo azoradas, por la llegada de algunas jóvenes, cuyas toilettes elegantes personificaban, a sus ojos de provincianas tímidas, la temible insolencia del lujo parisiense. Las recién llegadas, Mabel d'Ornay, la señora de Blandieres y sus hijas, manifestaron gran regocijo al ver a Huberto. ¡Qué feliz encuentro, señor Martholl!
La portación del viático a un moribundo, desfilando de día con cirios o faroles encendidos, repicando campanillas por el centro de la calle, las gentes azoradas que se hincaban a rezar a la vista o al ruido de la eternidad que pasaba en procesión fúnebre encabezada por el cura, y el resto en la capilla mortuoria del hogar angustiado, hacían la impresión macabra de las ejecuciones capitales en la plaza pública, también con sacerdotes, con reo en capilla, y marchas fúnebres, y espectadores conmovidos.
Palabra del Dia
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