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Despues de un largo intérvalo de espera, presentaron los individuos arriba citados el escrito que ofrecieron, firmado por un número considerable de vecinos, religiosos, comandantes y oficiales de los cuerpos, vaciando en él las mismas ideas que manifestaron de palabra.

En el ínterin, pues, que el Padre estaba con todo su espíritu recogido en Dios tratando este negocio, vino del Pilcomayo un cacique con seis vasallos suyos, pidiéndole no difiriese un punto de ir á darles noticia de Dios Nuestro Señor; y luego manifestaron las veras con lo que decían las obras, oyendo con gusto y atención la explicación de la Doctrina Cristiana, y estando siempre obedientes á su voluntad.

En un principio, no fue muy grande su extrañeza, puesto que los niños conocían su cariño para las flores, y mantenían siempre adornado su pupitre con anémonas, heliotropos y lupinos; pero al ser severamente interrogados, cada cual y todos a una manifestaron ignorar lo del ramito de marras.

Me senté, pues, a la mesa, prometiendo a los demás comensales que pronto los alcanzaría; pero por más que hice y por bien que jugué mis mandíbulas, no logré impedir que todos concluyeran antes que yo, y como hacía un día espléndido y figuraba en el programa un paseo por el lago, me manifestaron que salían a dar una vuelta mientras yo terminaba de almorzar y concediéronme diez minutos, asegurándoles yo que aún me sobraría tiempo.

Durante el resto de la velada se aburrió como nunca. Al día siguiente fue a casa de las Aliaga. La acogieron con una alegría más abierta y cariñosa que la vez anterior y se manifestaron sorprendidas de que no hubiese vuelto antes.

El que desease morir ó matar no tenía mas que ir al frente, como los demás... Pero Martínez, que aún no se había retirado, intervino, entablando con ellos una rápida discusión. ¿Querían ó no querían hacerle el favor que les había pedido como camaradas? Los dos manifestaron un pensamiento.

Subido despues de la victoria el trágico suceso de Oruro, dirigió sus marchas hasta aquella villa, donde entró, despreciando la repugnancia que manifestaron los Rodriguez y sus parciales, haciendo fijar en su puesto el escudo de armas del Soberano, que pocos dias antes habia sido hollado, y tremolar las reales banderas por las calles y plazas mas principales: y despues de haber permanecido tres dias en aquel destino, dejó algunos víveres para alivio del vecindario, y se retiró á Cochabamba; pero en Oruro se tuvo el atrevimiento de quitar segunda vez las armas de S.M., luego que verificó su salida.

Pronto se acostumbró la madre de Amparo a su nueva vecindad: tenía la cama próxima a la ventana, y nadie pasaba por allí sin detenerse a conversar un rato.... Las pescaderas le referían sus lances, y la tullida compraba desde su lecho sardinas, pedía agua, oía chismes sin número, forjándose en cierto modo la ilusión de que tomaba el aire libre.... Por lo que hace a Amparo, fue presto la reina del barrio: reíanse los marineros, abierta la boca de oreja a oreja, dilatando sus anchos semblantes de tritones, cuando la veían pasar; los carabineros del Resguardo le echaban flores.... Casi todos manifestaron sentimiento al saber que «andaba» con un oficial, un señorito de allá del barrio de Abajo.

En círculos privados se susurraba algo, pero todo tan confuso, tan incierto, tan poco consistente que ni siquiera se supo el nombre de la víctima, y los que más interés manifestaron, lo olvidaron pronto, creyendo en alguna componenda con la familia ó parientes ofendidos.

Manifestaron con las mayores demostraciones de alegria su agradecimiento, y aseguraron se habrian retirado y abandonado el pueblo, si el corregidor de Arequipa, Baltasar Semanat, les hubiese dado el auxilio que le habian pedido, para conseguirlo sin el riesgo de ser interceptados.