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Y aunque ya la niebla se hubiera cerrado tragándose otra vez la silueta grave de la torre, la muchacha veía siempre a Luzmela, haciendo de la graciosa aldea de sus amores una evocación intensa y fervorosa....

Hay instantes en que resulta grosera la más delicada voluptuosidad: amar sin deseo es peor que comer sin hambre. Anda dijo ella, tragándose el salado amargor de las lágrimas ; confiesa que no vuelves..., que te has cansado de . Entonces él no pudo más, y mintió por salir del atolladero, exclamando: ¡No he de volver! A esta frase se agarró ella como a clavo ardiendo.

Un favor, añadió la Bringas, a quien aquella curiosidad desconcertó un poco . Es decir, si puedes, que si no, no hay que hablar. Usted dirá... Pues... es decir, si puedes prosiguió la dama, tragándose la hiel que tanto le estorbaba . Yo necesito una cantidad.

Y reanudaba su vida monótona, paseando por la cubierta del buque, vacío y muerto, sin saber qué hacer, desesperándose á la vista de los otros vapores, que movían sus antenas de carga, tragándose cajas y fardos, y empezaban á lanzar por sus chimeneas el humo anunciador de su próximo viaje. Sufría remordimientos al calcular lo que podía haber ganado el buque de hallarse navegando.

Giró varias veces sobre misma, y descendió rápidamente trazando una pequeña curva, reflejando sobre su pulimentada superficie algunos pálidos rayos. El anciano vió saltar gotas, oyó un ruido quebrado y el abismo se cerró tragándose el tesoro.

Un vaso de horchata helada de chufas estaba en medio, y ambos metían dentro la cuchara, tragándose él con delicia cuanto salía, mirándole ella con plácida sonrisa y mojando apenas su cuchara, como si le dejase a él saborear a sus anchas la golosina y le bastase a ella saborear la dicha inmensa de ser aquel un obsequio del hijo de su alma.

Porque la peor de sus mortificaciones era tener que desempeñar el papel de mujer venturosa, y verse obligada a contribuir con sus risitas a la felicidad de D. Baldomero y doña Bárbara, tragándose en silencio su amargura. Ya no le quedaba duda de que su marido entretenía, como se dice ahora, a una mujer, y de estos entretenimientos no tenían ni siquiera sospechas los bienaventurados papás.

Casi al mismo tiempo que la de los palillos de dientes había nacido en don Rosendo Belinchón la afición a escribir comunicados a los periódicos: es decir, que databa de una remota antigüedad. Ardiente partidario de los progresos humanos, de las reformas en todos los órdenes, de la discusión y de la luz, claro está que la prensa había de infundirle respeto y entusiasmo. Los periódicos habían sido siempre un elemento indispensable de su existencia. Estaba suscripto a muchos nacionales y extranjeros; porque, como educado para el comercio, conocía bastante bien el francés y el inglés, y nunca le había faltado, ni aun en los días más ocupados, un par de horas que dedicar a su lectura. Estas horas se aumentaron considerablemente desde hacía algunos años, no sin que se resintiese por ello el bacalao. El goce que nuestro héroe experimentaba por las mañanas después de tomar el chocolate tragándose los artículos de fondo del Pabellón Nacional, los sueltos de La Política y las Nouvelles

Ya le pesará terminaba diciendo . Familia no hay más que una. ¿Dónde va a encontrar la querencia de los que le hemos visto desde pequeño? El se lo pierde. Conmigo iría como el propio... Y se interrumpía, tragándose el nombre famoso por miedo a las burlas de los banderilleros y aficionados que frecuentaban la casa y habían acabado por fijarse en esta adoración histórica del talabartero.

En 1822, al contrario, en las bocas del Bengala, vióse á la tromba durante veinticuatro horas, aspirar el aire y subir el agua otro tanto, tragándose cincuenta mil seres humanos. Ahora, el aspecto cambia. Nos encontramos en Africa. Allí, llámase tornado á la tempestad. Estando la atmósfera calmosa y despejada, se siente cierta opresión en el pecho.