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Celaría el corregidor y cabildo el buen orden del pueblo, procurando impedir los delitos públicos y ofensas a Dios, particularmente aquéllos en que son más viciosos estos naturales, como son los de incontinencia y ladronicio; y para que en estos últimos no quedasen los agravios sin la debida satisfacción, si el ladrón tenía haberes se satisfaría de ellos el hurto, dándole el correspondiente castigo; y si era tan pobre que nada tenía, se satisfaría el robo al interesado de los bienes de la factoría, y se aplicaría el reo a que trabajase a beneficio de ella por el tiempo que fuese necesario para devengar lo que por él se había pagado, y dándole su merecido castigo, entendiéndose en uno y otro caso estar bien averiguado el robo y quién lo hizo, para no dar lugar a injusticias.

Enderezóse la otra bruscamente, como si la idea de que trabajase para vivir la ofendiera demasiado. Me había dicho el marqués que daba usted lecciones de pintura. ¡Oh!, no, no. No soy profesora: discípula, pobre discípula.

Sin embargo, si su hija fuese funámbula y trabajase en el alambre, don Carlos pondría una red debajo, aunque perdiese mérito el ejercicio. De las novelas modernas algunas le prohibía leer, pero en cuanto se trataba de arte clásico «de verdadero arte», ya no había velos, podía leerse todo. El romántico Ozores era clásico después de su viaje por Italia.

Lubimoff se animó con esta demostración de confianza. No era galante dejar que trabajase sola: él la ayudaría. ¡!... ¡! exclamó Alicia riendo, como si la proposición lo pareciese inaudita. El príncipe fingió enojo. , él... Era un marino, y su vida de aventuras le obligaba á saber un poco de todo.

Pero la Isidra negose a esto. ¿Y su hijo? ¿No expulsarían a su Isidrín del Hospicio al tener un padre que trabajase por él?... Ella le quería allí; le quería sabio, ya que, según los informes de los maestros, iba para ello, y la señora mostrábase cada vez más dispuesta a hacer de él un señorito, un hombre de carrera. Tenía fe en el porvenir de su hijo.

Ella hablaba mientras tanto, desahogando el enfado que le causaban sus parroquianas. Sólo una pobre como ella podía sufrir tantas exigencias. Era costurera, y querían que trabajase como una modista famosa.

En cuanto a convertirme en un perezoso, debe usted renunciar; sería hacerme un mal servicio. Mi trabajo es mi sola razón de ser. ¿Para qué serviría yo, si no trabajase? Al pronunciar estas últimas palabras, Juan no pudo reprimir cierto acento de amargura, como si se burlase de mismo. María Teresa notó la ligera tristeza que trascendía a través del aire feliz de su amigo.

Y no es que no trabajase... Iba a la oficina casi todos los días y se pasaba en ella lo menos dos horas. Fue secretario de tres Gobiernos de provincia y no llegó a gobernador por intrigas de los del partido.

Porque la razón que los tales suelen decir, y a lo que ellos más se atienen, es que los trabajos del espíritu exceden a los del cuerpo, y que las armas sólo con el cuerpo se ejercitan, como si fuese su ejercicio oficio de ganapanes, para el cual no es menester más de buenas fuerzas; o como si en esto que llamamos armas los que las profesamos no se encerrasen los actos de la fortaleza, los cuales piden para ejecutallos mucho entendimiento; o como si no trabajase el ánimo del guerrero que tiene a su cargo un ejército, o la defensa de una ciudad sitiada, así con el espíritu como con el cuerpo.

El toro bravo fue para ella una fiera bonachona y noble, venida al mundo sin más objeto que enriquecer y dar fama a sus matadores. Jamás asistía a una corrida de toros. Desde la tarde en que vio en su primera novillada al que había de ser su marido, no volvió a la plaza. Sentíase sin valor para presenciar una corrida, aunque en ella no trabajase Gallardo.