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Por fin, entregando la espuela, para que fuera colocada otra vez en el sepulcro, terminó de este modo: Vuelve a descansar con los huesos de tu dueño, reliquia de la vieja honra cristiana, mientras nosotros rezamos una oración por el alma desconocida, que seguirás ennobleciendo en la muerte. Quitose el sombrero, e inclinando la cabeza, musitó una plegaria. Ramiro le imitó.

Nosotras rezamos por ; Pepa fué a misa ese día, y yo le encendí una lamparita a San Luisito, a tu San Luisito, para que te sacara con bien. Y dime, ¿te entregaron el dinero que te mandamos para el traje? Ya sabemos que ; pero te lo pregunto por saber si te lo dieron a tiempo. ; y por cierto que sentí mucho que ustedes hicieran ese sacrificio....

Los políticos, sin embargo, continuaban disputando en la sala vecina, aun después de retirada la última moneda de la mesa de juego. Cuando salimos para continuar el monte en casa de lord Gray, D. Diego me dijo: Mi mamá cree a estas horas que duermo como un talego. En casa nos retiramos a las diez. Mi mamá, después de cenar, nos echa la bendición, rezamos varias oraciones y nos manda a la cama.

Mas el lacerado mentía falsamente, porque en cofradías y mortuorios que rezamos, a costa ajena comía como lobo y bebía más que un saludador. Y porque dije de mortuorios, Dios me perdone, que jamás fui enemigo de la naturaleza humana sino entonces, y esto era porque comíamos bien y me hartaban. Deseaba y aun rogaba a Dios que cada día matase el suyo.

Luego dice un paje, que es allí monacillo: «digamos un Ave María por el navío y compañía»: responden los otros pajes, «sea bien venida», y luego rezamos todos el Ave María. Después dicen los muchachos levantándose: «Amén y Dios nos buenas noches». Y con esto se acaba la celebración de este día, que es la ordinaria de cada sábado

Le dejo toda la libertad compatible con las costumbres de la familia. Le tengo ordenado que a las siete venga a rezar el rosario conmigo. Pues hasta ahora no recuerdo que haya faltado un solo día. Por la noche le permito que vaya con sus amigos hasta las doce, salvo los domingos en que recibimos, o los días en que rezamos alguna novena. Jamás se ha quejado ni me ha contradicho en nada.

Allí rezamos un Credo, postrados todos de hinojos; eché algunos cuartos en el cepillo del santuario, volví á montar sobre el macho, y con un «buen viaje» de todos y una mirada de mi señor padre que hizo brotar las lágrimas de mis ojos, partimos mis dos amigos y yo para Salamanca, adonde llegamos sanos y salvos, después de mil divertidos episodios, que tal vez le cuente en otra ocasión, á los diez y nueve días, ocho horas y catorce minutos.

Después de comer se trabaja un poco; al caer la tarde rezamos también juntas, y durante la velada, acostumbramos a leer alguna de las comedias de Moliere. Creo yo que no hay en ello ningún mal, pero suprimo las palabras que creo peligrosas. Después de esto, rezamos la oración de la noche; de esta suerte el día pasa ligero. ¡Que nuestras oraciones aprovechen a nuestras almas!

Tenemos más: que rezamos nuestro rosario, repartido en toda la semana, y muchos de nosotros no hurtamos el día del viernes, ni tenemos conversación con mujer que se llame María el día del sábado. De perlas me parece todo eso dijo Cortado ; pero dígame vuesa merced: ¿hácese otra restitución o otra penitencia más de la dicha?

Mas el lacerado mentía falsamente, porque en cofadrías y mortuorios que rezamos, a costa ajena comía como lobo y bebía más que un saludador. Y porque dije de mortuorios, Dios me perdone, que jamás fuí enemigo de la naturaleza humana, sino entonces; y esto era porque comíamos bien y me hartaban. Deseaba y aun rogaba a Dios que cada día matase el suyo.