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Daba gusto observar el abrir y cerrar de aquella boquita finamente perfilada, mostrando rápidamente una sarta de perlas en sus blancos dientecitos, y ver cómo sonrojaba la sangre su mejilla de raso: porque la señora de Galba era por demás sensible a la admiración que causaba y a semejanza de la mayor parte de las mujeres hermosas, se recogía bajo las miradas lo mismo que un caballo de carrera bajo la espuela del jinete.

478 De ese modo anda liviano no fatiga al mancarrón; es su espuela en el malón, después de bien afilao, un cuernito de venao que se amarra en el garrón. 479 El indio que tiene un pingo que se llega a distinguir, lo cuida hasta pa dormir; de ese cudao es esclavo. Se lo alquila a otro indio bravo cuando vienen a invadir.

¡Qué triste, qué salvaje, y á la par qué hermoso es todo esto! dije á mi buen amigo, al par que ligeramente rozaba con la espuela los hijares del caballo. Pasamos un sencillísimo acueducto á los pocos pasos, tan sencillísimo, que solo lo componía una gruesa caña que comunicaba el agua de un borde á otro del desmonte que cruzábamos, y que da paso á una limpia planicie sembrada de caña dulce.

El espectáculo que éste ofrecía era tan aterrador, que Andueza se puso de un brinco sobra la silla, y aplicando espuela al caballo, pardo al escape, no sin gritar a sus compañeros de orgía: ¡Agarrarse, muchachos, que el mar se sale y apaga el sango!

Era el animal de pura raza española, y hacíale el jinete piafar, caracolear, revolverse, con gran maestría de la mano y la espuela; como si el caballo mostrase toda aquella impaciencia por su gusto, y no excitado por las ocultas maniobras del dueño. Saludó Mesía de lejos y no vaciló en acercarse a la Rinconada, hasta llegar debajo del balcón de la Regenta.

Y tomando un par de pedreñales ó pistoletes que estaban colgados de la pared, los cargó, les renovó los pedernales, y cerrando cuidadosamente el arca y las dos puertas que antes había abierto, salió á la habitación donde estaban su mujer y su hija, se vistió un traje de camino, se ciñó una espada, se colgó de la cintura los pedreñales, y después de despedirse de su mujer y de su hija, salió de la habitación, luego del alcázar, y llegó á las caballerizas, donde montó en un mulo, y salió de Madrid acompañado de un mozo de espuela de la casa real, que iba montado en otro mulo.

Ella se lo prometió, y la otra le calzó la espuela, con la cual le pasó casi el mismo coloquio que con la de la espada: preguntóle su nombre, y dijo que se llamaba la Molinera, y que era hija de un honrado molinero de Antequera; a la cual también rogó don Quijote que se pusiese don y se llamase doña Molinera, ofreciéndole nuevos servicios y mercedes.

El río es inmenso y tranquilo. Su enorme caudal, que ocupa un lecho de más de un kilómetro de ancho, se distingue en seguida entre las dos corrientes: apenas algún remolino de espuma rueda al abrigo de una roca que prolonga la punta de la isla en forma de espuela.

Ocupábanse la madre y las hijas en arreglar los últimos pormenores del vestido, ésta cosiendo el postrer botón, aquélla poniendo un alfiler a la cinta del sombrero, la otra calzando la espuela al mozo, cuando D.ª María dijo con la viveza propia del que recuerda de improviso la cosa mas importante: Falta lo principal: falta la espada.

Yo me encuentro muy retebién aquí. Guardó silencio la joven y bajó los ojos, dudando qué partido tomar. Pero al levantarlos vió pintada en el rostro de las jóvenes presentes una sonrisa de burla. Su orgullo se embraveció súbito con tan cruel espuela. Alzó la cabeza de un modo arrogante y dijo con voz firme: Está bien. Quede usted con Dios, y gracias por la galantería.