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¡Oh!... ¡Si aquello le hubiese sucedido a él veinte años antes, cuando en un solo día hizo sesenta y nueve visitas para anunciar el primero aquel famoso casamiento que alistaba en el número de sus sobrinos a Luisito Bonaparte, el conde consorte de Teba!

En casa, la señora de Pez, cambiando a veces el estilo conminatorio por el comparativo, ponía por modelo a sus hijos la virtud de Luisito Sudre, el de Tellería, que era un santo en leche, y ya se daba zurriagazos en sus rosadas carnes.

Aquel Leopoldito tan travieso y mono; aquel Gustavito tan precoz, tan sabidillo y sentado; aquel Luisito tan místico, que parecía un aprendiz de santo, y principalmente aquella María, de ojos verdes y perfil helénico, Venus extraída de las ruinas de Grecia, soberana escultura viva, ¿a qué madre no envanecerían? Doña Tula adoraba a sus sobrinos.

Epílogo. Cartas de mi hermano La historia de Pepita y Luisito debiera terminar aquí. Este epílogo está de sobra; pero el señor deán le tenía en el legajo, y ya que no le publiquemos por completo, publicaremos parte: daremos una muestra siquiera.

Si Caytano se huye, e que está mu castigao, el probesico ya se va pa Viyavieha como yo... Pero diga usté que , D. Luisito... cuando le sale un toro de verdá, ¡Caytano superió! Vamos, con Cayetano todavía transijo dijo Enrique.

Pensé que tenía una verdadera vocación, pero luego caí en la cuenta de que era un vano espíritu poético; el misticismo fue la máquina de sus poemas, hasta que se presentó otra máquina más adecuada. ¡Alabado sea Dios, que ha querido que el desengaño de Luisito llegue a tiempo! ¡Mal clérigo hubiera sido si no acude tan en sazón Pepita Jiménez!

Está delicado: no gusta de recibir visitas. ¡Bah! Los médicos entramos donde hay enfermos... Y sin esperar el permiso de la señora, púsose de pie y se dirigió á la puerta que comunicaba el salón con el despacho del millonario. Al levantarse el tapiz, Sánchez Morueta dió un grito de alegría, reconociendo á su primo. ¡Luis! ¡Luisito!... Y le tendió las manos sin abandonar el sillón.

Muy triste te veo estos días, Luisito le dijo bruscamente. Más que de matrimonio tienes cara de testamento. El conde se turbó y no supo más que contestar sonriendo forzadamente: El matrimonio es un paso muy serio. Trató de marcharse, pero Manuel Antonio volvió a retenerlo. A todo trance quería dar con la clave del enigma, saber de un modo positivo lo que sospechaba.

Nosotras rezamos por ; Pepa fué a misa ese día, y yo le encendí una lamparita a San Luisito, a tu San Luisito, para que te sacara con bien. Y dime, ¿te entregaron el dinero que te mandamos para el traje? Ya sabemos que ; pero te lo pregunto por saber si te lo dieron a tiempo. ; y por cierto que sentí mucho que ustedes hicieran ese sacrificio....

Me separé de él y te le entregué para que le educases, porque mi vida no era muy ejemplar, y en este pueblo, por lo dicho y por otras razones, se hubiera criado como un salvaje. fuiste más allá de mis esperanzas y aun de mis deseos, y por poco no sacas de Luisito un Padre de la Iglesia.