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Corrían rumores de tormentos horribles que se hacían sufrir a los presos para que cantasen la verdad, y pensaba en tan delicado, tan poquita cosa, creyendo que cualquier mañana te encontrarían muerto en el calabozo.

En esas tertulias se derrocha ingenio, agudeza, y hasta su poquita maledicencia, á pesar de tener á la altura de las narices, y muchas veces dentro de ellas, el vecino cementerio que parece debía ser con su presencia valladar á ciertos y arriesgados discreteos.

La voz de don Serapio era poquita, pero desagradable, como decía un joven humorista de los que se arrimaban a las puertas. Nunca pudo averiguarse si era tenor, barítono o bajo.

Había sido siempre tan poquita cosa, que donde le ponían allí se estaba. Voluntad propia, no la tuvo jamás. En ningún tiempo fue preciso ponerle la mano encima, porque un fruncimiento de cejas bastaba para traerle a la obediencia. ¿Qué había pasado en aquel cordero para convertirle en algo así como un leoncillo? La mente de doña Lupe no podía descifrar misterio tan grande.

El millonario se enorgullecía viéndolo tan hermoso, con una belleza afeminada que reflejaba la de la madre, sin ningún rasgo de él. Un verdadero hijo del amor decía el hombretón con sonrisa placentera. No hay en el pequeño nada de mi fealdad: ni mis manazas, ni esta cara de gigantón. Rubio como el oro, ¡y tan blanco! ¡tan delicado! ¡tan poquita cosa! Parece un bebé de porcelana.

Allí la bondadosa, la tierna y la delicada era Casilda, y por esta sola circunstancia era ella el pavo de la boda; sobre su humilde cabeza descargaban el mal humor del padre y las iras de los hermanos. Era tan poquita cosa, que se ahogaba en un dedal de agua, pero reconcentrada, como todos los caracteres tímidos, era a la vez rencorosa y no perdonaba fácilmente ofensas que considerase injustas.

Al buscar sus ropas terminado el trabajo, encontrábase en los bolsillos cosas nauseabundas; recibía en pleno rostro bolas de pasta, y siempre que el mocetón pasaba por detrás de él, dejaba caer sobre su encorvado espinazo la poderosa manaza, como si se desplomara medio techo. El Menut callaba resignado. ¡Ser tan poquita cosa ante los puños de aquel bruto, que le había tomado como un juguete!

Disen que uté alguna vese la sobaba, don Agapito, la sobaba duro. ¿Y cómo no, don Pancho, si a lo mejó se me iba al baile de la gente de coló con el negro de mi compare don Justo? ¡Vaya, hombre, no diga eso, que me enoha! El que se iba al baile era uté. ¡Poquita vese que le he visto trabao con eya bailando el chiquita abajo, chiquita abajo

Los que no tenemos dientes hemos de abstenernos de muchas cosas; muchas gracias si uno puede comer sopas de ajos y tiene con qué pagarlas.... Algo he comprado: unas pocas castañas y nueces; pero no para , son para Vicenta, que aunque ya es vieja tiene una dentadura envidiable. Poquita cosa. Ya ves ... para y la criada poco necesitarnos.