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Parecíame todo el valle, relativamente a la altura de su marco, de una pequeñez asfixiadora, y considerábame caído de las nubes en el fondo de un dedal enorme. ¿Qué idea tendría Chisco de la Gloria celestial, cuando la ponía solamente un punto más arriba que aquello en la escala de lo hermoso y admirable? ¡Dios eterno, qué envidia tuve entonces a los pájaros porque volaban!

Una sola persona se lo mandó a casa; y consistió el regalo en un magnífico neceser de costura, formado por una gran caja de piel de Rusia, colocada sobre un precioso mueblecito, y provista de tijeras, pasacintas, devanaderas, carretes y dedal, todo de plata: nada faltaba de cuanto puede desear una mujer aficionada a hacer labores.

A la pregunta de cajón sobre el nombre, linaje y condiciones de la novia, replicó el silbante que la conceptuaba muy rica, y tan buena que no había más que pedir. Pronto se supo que era hija de una sastra, que pespuntaba con primor, y que no tenía más dote que su dedal. «Bien, niño, bien le dijo una tarde Doña Paca . Me he lucido con mis hijos.

Erró, efectivamente, al vaciar con el pensamiento el bolsillo de Carmelita, erró con Fernanda, con María Josefa, con Micaela, y ¡miren qué diablo! fue a acertar precisamente con Emilita. Unas tijeras, un pañuelo, un dedal y tres caramelos. La niña se puso a gritar batiendo las palmas, toda nerviosa: ¡Trampa, trampa!

Uno tengo yo replicó la doncella ; si éste basta, hele aquí, con condición que también se me ha de decir a la buenaventura. ¿Por un dedal tantas buenasventuras? dijo la gitana vieja . Nieta, acaba presto; que se hace noche.

Escuchándola, Ulises empezó á pensar qué hueso podría romperle un marino á un catedrático de retórica sin incurrir en responsabilidad. Un día, Cinta buscó por toda la casa un dedal opaco y gastado que le servía muchos años. De pronto cesó en sus rebuscas, se puso encarnada y bajó los ojos. Su mirada había encontrado la mirada fugitiva de su primo. Lo tenía él.

Cinco minutos después, otra de las conspiradoras dijo, recogiendo el dedal que se le había caído: A no me gustan las rosas blancas. ¿Qué significa esto? gritó entonces Rosa Mística, cuyo ojillo negro brillaba como un fanal . ¿Se están ustedes burlando de ? No me gustan las rosas del pitiminí dijo una de las más chicas, ocultándose inmediatamente debajo de la mesa.

Diéronme una caja con hilo negro y hilo blanco, seda, cordel y aguja, dedal, paño, lienzo, raso y otros retacillos, y un cuchillo; pusiéronme una espuela en la pretina, yesca y eslabón en una bolsa de cuero, diciendo: -Con esta caja puede ir por todo el mundo, sin haber menester amigos ni deudos; en esta se encierra todo nuestro remedio. Tómela y guárdela.

Es pólvora fina inglesa dijo Marcos que se va de las manos como las pepitas de plata y que caza a las mil maravillas. No se necesita mucha; con un dedal basta. Y aquí tienes el plomo puro, sin mezcla de estaño. Esta noche comenzará Hexe-Baizel a fundir las balas; ella entiende de eso; verás.

En otra silla está la loza, mucha loza y muy fina, y en cada plato una fruta pintada: un plato tiene una cereza, y otro un higo, y otro una uva: da en el plato ahora la luz, en el plato del higo, y se ven como chispas de estrella: ¿cómo habrá venido esta estrella a los platos?: «¡Es azúcardice el pícaro padre: «¡Eso es, de seguro!»: dice la madre, «eso es que estuvieron las muñecas golosas comiéndose el azúcarEl costurero está en otra silla, y muy abierto, como de quien ha trabajado de verdad; el dedal está machucado ¡de tanto coser!: cortó la modista mucho, porque del calicó que le dio la madre no queda más que un redondel con el borde de picos, y el suelo está por allí lleno de recortes, que le salieron mal a la modista, y allí está la chambra empezada a coser, con la aguja clavada, junto a una gota de sangre.