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Los palitroques de los jardinillos trazaban delgadas y negras rayas en él, semejando la proyección de grandes ventanas enrejadas. Allá lejos, enfrente, seguía percibiendo la figura del celoso enamorado, inmóvil, plantado sobre sus piernas abiertas, con las manos en los bolsillos. La de la sufrida doncella no se veía, pero se adivinaba.

Después de los que he mencionado, vimos aparecer a un hombre como de unos cincuenta años, flaco, alto, desgarbado y tieso. Tenía como D. Quijote los bigotes negros, largos y caídos, los brazos y piernas como palitroques, el cuerpo enjutísimo, el color moreno, el pelo entrecano, aguileña la nariz, los ojos ya dulces, ya fieros, según a quien miraba, y los ademanes un tanto embarazados y torpes.

Aquí tengo la lista exclamó prontamente Rufete haciendo ademán de sacar un papel. No, no saque usted la lista. Tampoco eso nos importa gran cosa ahora.... Nuestra sociedad cuenta ya con un brillantísimo contingente de personajes civiles. Espere usted insistió Rufete revolviendo sus papeles , aquí está. No.... ¡Con cien mil palitroques! tampoco nos hace falta ahora la lista de isabelinos.

En un desvencijado carro de trasportes iba tendido sobre jergones, cuya dureza con la de las piedras competía. Como el carro tenía toldo y unos palitroques laterales al modo de rejas, su semejanza con una jaula era grande, de donde resultaba que el Sr.

Pues con todo y que se lleva tanto, como ya somos muchas a menear los palitroques, hay que arreglar los precios.... Yo murmuró suspirando levemente no puedo hacer más; a veces trabajo con luz, pero no me lo resisten los ojos, y así me arrimo cuando más puedo al tablero hasta que no se ve el día.... La tía también se quedó medio ciega; ya ni puntillas gordas hace: sólo sirve para ir por las casas a vender lo que yo trabajo....

¿Y estos palitroques? pregunto, señalando unas varas que veo sobre un baúl. Para el golf. En Mar del Plata hay que ir todos los días al golf. Me han hecho cuatro trajes para este deporte. ¿Irás también al Club? No; sólo pienso ir al «Ocean»... Y, claro, al Brístol. Ya mi administrador ha escrito a don Pedro Mugaburu para que me reserve un departamento en el anexo, frente al mar.

Al mismo tiempo comprendí que llevaba la denominación de la Parra por una que tapaba un trecho del pasadizo, enredándose en palitroques viejos. Aquel gran recinto cuadrilongo ofrecía aspecto de pobreza, pero no de suciedad. La luz de la luna no alumbraba de lleno. Hacia el medio estaba el pozo del agua.

Tónica, con dulce coquetería, extendía sus manos, dejándoselas besar. Si alguna vez, al saltar un ribazo, quedaba al descubierto algo de su blanca media, veía cómo Juanito volvía a otro lado su mirada con cierta expresión de sorpresa y disgusto. La quería bien: estaba en el período de la adoración extática. Tónica era para él como esas vírgenes de cabeza hermosísima, que bajo la deslumbrante vestidura sólo tienen para sostenerse tres feos palitroques.

Precisamente comenzó la escena por ahí; es decir, por manifestarme Pepe Guzmán su convencimiento de que el lenguaje, como expresión de afectos íntimos y delicados, que tienen su principal incentivo en el fulgor de una mirada o en el contacto sutil de dos epidermis, estaba todavía sin hacer; tanto, que, en su concepto, hablar de lo que íbamos a hablar nosotros con los términos usuales del diccionario vulgar, era como empeñarse en tejer hilillos del rocío con palitroques sin pulir.

«¡Ah, infame don Juan; empiezas a pagármelas! ¿Conque muebles, alfombras, almohadas, sedas, palitroques dorados y silla en forma de ocho para traer a mi sobrina? ¿Pues ahora verás! lo gastas y yo lo aprovecho. Y si puedo, te caso. ¿Cómo? Todavía no lo , pero ya veremos