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Los viejos notarios sentíanse rejuvenecidos por su valor. ¡Ved ahí decían, lo que somos cuando se nos pone en ciertos trances! ¡Los notarios son tan hombres como cualquier otro! La suerte de las armas hizo traición a maese L'Ambert; pero supo adoptar al caer un bello gesto: ha sido un Waterloo. ¡Aunque digan lo que quieran, somos gentes decididas!

Descendiente de una antigua familia de notarios, creeríase que en él se reconcentró el espíritu de protesta de todos sus tataradeudos, almas mollares, pensamientos apagados sin luchas, voluntades pacíficas envejecidas mansamente en la uniformidad perdurable, horriblemente triste, de los despachos notariales.

Sin embargo, la tierra de Maribona puede que esté un poco blanda; llovió bastante estos días. ¡Qué ha de estar! profirió don Mateo. Ahora en el verano pronto se seca. Además, toda aquella región es caliza y absorbe el agua fácilmente. Los notarios le miraron con enternecimiento. Me ha dicho Pepe la Esguila prosiguió que los paisanos han visto saltar las liebres estos días en Ladreda.

Sus primeros amores fueron con una emperatriz. El tenía diez años y la emperatriz seiscientos. Su padre, don Esteban Ferragut tercera cuota del Colegio de Notarios de Valencia , admiraba las cosas del pasado.

Sus tejidos abastecen no solo al pais, sino á algunos pueblos del Nuevo Mundo, á donde va tambien su papel florete tan estimado por los abogados y notarios y los gobiernos que adoran el papel sellado. El Nuevo Mundo le envia á Cataluña sus algodones; Italia, Valencia y otros paises sus sedas, cáñamos, etc. El Catalan, aunque ama su pais, es esencialmente viajero.

La duquesa sonrió, perdonó y se echó un amante. Los grandes señores, como el duque de Biétry, los hombres de Estado como el barón de F..., los grandes millonarios como el diminuto señor St..., y los simples notarios como el héroe de esta historia, codeábanse en el templo de la danza y entre los bastidores del teatro.

El barrio de los notarios viejos, como aquel excelente y parroquial señor García, que, después de comprarle algunas biblias a Borrow, le dijo: Si alguna vez tiene usted ocasión de hablar de en letras de imprenta, no deje usted de hacerlo. Ya sabe mi nombre y mis títulos: Señor García, notario público de Pontevedra...

Un alto funcionario del Ministerio de Justicia, del cual dependían todos los notarios de la nación, avanzó con un portavoz en una mano y ostentando en la otra un papel que contenía las explicaciones facilitadas por el doctor Flimnap, después de haber traducido los rótulos de numerosos objetos pertenecientes al gigante.

Hombre, por lo demás, agradable, como todos los egoístas; estimado en el Palacio, en el círculo, en la cámara de notarios, en las conferencias de San Vicente de Paúl y en la sala de armas; buen tirador de punta y de contrapunta; excelente bebedor y amante generoso, mientras tenía el corazón interesado; amigo fiel de los hombres de su rango; acreedor bondadoso, mientras cobraba los intereses de su capital; delicado en sus gustos, atildado en el vestir, limpio como un luis de nuevo cuño, y asiduo concurrente los domingos a los oficios de Santo Tomás de Aquino, y los lunes, miércoles y viernes a la Opera: hubiera sido el más perfecto gentleman de su época, así en lo físico como en lo moral, a no ser por una deplorable miopía que le condenaba a usar gafas. ¿Será necesario agregar que sus gafas eran de oro y las más finas, ligeras y elegantes que salieron jamás de los talleres del celebre Mateo Luna, del muelle de los Plateros?

Desde la escalinata exterior á las puertas del teatro tuvo que responder á una serie de profundos saludos de los funcionarios, unos con kepis y dorados botones, otros de levita solemne, erguidos y dignos como notarios de comedia.