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Cuando Saturnino volvió en , la de Vegallana tenía los ojos cerrados y sólo los abría de tarde en tarde para mirar a la Regenta y a Mesía. ¡El idilio senil con que soñó un instante Bermúdez se había deshecho... y eso que él ya se había acordado de Ninon de Lenclós para justificar a los ojos del mundo unas relaciones con doña Rufina!

De manera que se puede «planchar» tanto por sobra como por ausencia de despejo. Frecuentemente se ven también algunas muchachas bonitas que «planchan». Son figuras de belleza inerte, como los angelones de retablo. La hermosura sin gracia, decía Ninón, es como un anzuelo sin cebo. Su espíritu apagado y su inteligencia opaca hacen que su compañía sea aburrida y tediosa.

Acepté el trato; en ocho días, el viejo alquiló una tienda ésta , instaló el almacén y principió una propaganda de todos los diablos. Habrás visto en todos los periódicos unos carteles enormes anunciando que Ninon de Lenclos rejuvenecía a todas las viejas.

Trazas tiene de fábula, pero afirman las historias que Ninon cumplió ochenta aquel día. Mucho disto yo de ser tan anciana, pero el 20 de este mes cumpliré los cincuenta. Quiero que al terminar el primer medio siglo de mi vida, la cual no si tema o espere yo que dure todo un siglo, empiecen mis más serios, constantes y últimos amores.

Aparece una dama muy elegante y bastante linda, con un rostro armónico, un poco cansado; es de las que adelgazan con la edad. LA DAMA. ¿La señora Ninon de Lenclos...? LA CHOUTE. ¡Yo soy, señora...! LA DAMA. ¡Bah! ¡Lo más, veinticinco años...! LA CHOUTE. ¡Muchas gracias...! ¡Tengo cincuenta y cinco! LA DAMA. ¡Pues se conserva usted admirablemente!

¿Y cuándo? dijo con ansia el Vizconde. Dentro de doce días, el 20 de este mes contestó ella , hasta entonces ni nos hablaremos ni nos veremos. ¿Y por qué tan largo plazo? exclamó él. Porque quiero dijo ella imitar con usted lo que hizo Ninon de Lenclos con el abate Gedoyn. ¿Y qué hizo Ninon con el abate? Aguardó para hacerle dichoso y le hizo dichoso el día de su cumpleaños.

; reconozco que no estoy del todo mal. El tiempo no me muerde. Un poco más de tocador, he ahí todo. Yo soy de las que mueren de pie, sin sacrificar a la edad nada de su exterior. Antes que entregarme me mataría. Quiero eclipsar a Ninon de Lenclos. Era verdad. Los ocho años no habían marcado su paso por ella.

No le hubiera hecho gracia a Emma oír que se la comparaba con damas parturientas de sesenta años, y que se citaba, como ejemplo de belleza conservada milagrosamente, a Ninon de Lenclos, de quien nunca había oído ni el nombre la señorita de Silva. ¡Lo que sabía aquella Marta, que fue la que llevó la conversación de la tocología a la estética, para poder ella lucir sus conocimientos sin menoscabo de su decoro y prerrogativas de virgen pudorosa e ignorante en obstetricia!

LA CHOUTE. ¡...! ¡Lo tuve...! ¿Qué quieres...? ¡Comprendía claramente que en él no llegaría a ser nada...! No me gustaba el oficio, ni los compañeros; no se puede tomar mas que dos partidos: trabajar o prostituirse. A no me gusta trabajar y soy demasiado burguesa para dedicarme a cortesana. ¡Por eso me he lanzado al comercio...! BEAUVALLON. ¡Y has entrado en casa de la Ninon de Lenclos...!

«La constancia es el recurso de los feos dice la célebre Ninón de Lenclos en sus lindas cartas al marqués de Sevigné; las personas de mérito, que saben que por donde quiera han de encontrar ojos que se prenden de ellas, no se curan de conservar la prenda conquistada; los feos, los necios, los que viven seguros de que difícilmente podrán encontrar quien llene el vacío de su corazón, se adhieren al amor que una vez por acaso encontraron, como las ostras a las peñas que en el mar las sostienen y alimentan.