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¡Decir aquel hombre que no tenía ganas de conversación era como si el mar dijese que no tiene agua! Pero el tesón podía en él más que el liviano apetito. «¡Jesús, qué mal genio ha echado este hombre! Si le voy a dar la guita. No tendrá usted mejores inquilinas que nosotras». ... Buenas jaquecas me ha dado la Segunda. No... Yo no paso; no sea majadera.

Mientras caminábamos, Paca iba explicando el caso a la muchedumbre. Contaba la historia en estilo pintoresco, y consiguió poner de nuestra parte a todos los curiosos. La quieren emparedá pa comerse la guita, ¿sabéi ustedes? Mi señorita es rica, y un enano que asota toas las noches a un Cristo, ¡yo lo he visto con estos oho!, se quiere engullí los millones que le ha dejado mi señorito.

Yo pensé: llevando guita abundante, puedo distraerme un poco...; olvidaré sin dolor a la niña de Luzmela y a Rosa la del Molino...; ¿y no es también de justicia que yo pruebe el dinero de tío Manuel? Claro que dijo Salvador distraído. Pues aquí me tienes, médico, caminito de París...; ¿y ?

Pero en cuanto te cases entras a manejar su fortuna y no tienes necesidad de aguardar los años que a ella se le antoje vivir. A ti lo que te hace falta como a es guita. Desengáñate; si la tuviéramos nos pondríamos más gordos que Cobo Ramírez.... Además, en cuanto seas rico, le birlas la Amparo a Salabert, ¿no comprendes?

¡Dinero! ¡Dovizie! ¿Pero que papel va á hacer aquí el dichoso dinero? Eso lo veremos. Es un plan vasto y difícil de explicar ahora. ¿Pero se trata de raptos, escalamientos, sobornos? Todo eso está muy bien en las novelas de á cuarto la entrega. No es nada de eso. has de ser el principal actor en esta trama que preparo.... Es preciso que me des guita y te sometas á cuanto yo te mande.

No qué demonio de escoba misteriosa hay en estos ámbitos para el dinero. En cuanto entras en ellos con guita, te la barren, a pocos deseos que traigas de probar fortuna. Créete que, en buena ley, esto debía arder por los cuatro costados. ¿Por qué lo frecuentas, si tan malo te parece? Porque no otra cosa; porque somos así todos los que aquí venimos. ¡Ay, Manolo!

Aunque dió satisfacciones a Amparo, no fueron éstas muy calurosas. Quedábale, en el fondo, la duda. Bien lo echó de ver ella, por lo que siguió enojada. Concluyó por decirle: Mira, lo mejor que puedes hacer es irte a almorzar. No quiero más historias.... ¡Ah! y no dejes de traerme esta noche guita, que me está haciendo mucha falta.... A no ser que prefieras que te mande a casa las cuentas....

Mete la mano en él, tonta. Ya lo hago, hijo. Descuida. Pues bien podías proteger un poco al pobre Manolo, que anda a oscuras hace tiempo. ¡Pobrecillo! ¿Pero de veras anda tan mal de guita? Yo creí que sólo era de la cabeza. Eso es: ríete después que le has desplumado.

¡Yo pensaba!... También hubo cambio de decoración en la fisonomía de Castro. Se puso más triste que la noche. En la guita, ; ya acabo de decírtelo.... Pues no, señor; aquí no viene nada de eso. Sólo hay un alfilerito de corbata que yo ¡tonta de ! he comprado al pasar, en casa de Marabini, como una prueba de que te tengo siempre en el pensamiento.

Pero no sea usted tonto dijo Fortunata con aquel arranque de generosidad, que en ella era tan común . Yo tengo guita. Si quiere mandar a paseo a las Samaniegas, mándelas. Que se fastidien, que se arruinen, que coman piedras... Yo le doy a usted lo que necesite para su madre y para el pensador, hasta que encuentre otra botica. Tenga confianza conmigo... O semos o no semos.