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Actualizado: 10 de julio de 2025
Castro, que hacía días estaba un poco despechado por la frialdad de su dueño, sonrió forzadamente frunciendo en seguida el entrecejo. A Pepa no le pasó inadvertido este gesto. Mire usted qué cara tan nublada tiene en este momento Osorio. ¡Inspira horror! Y toda la culpa la tiene usted, pícaro. ¡Yo! Nada de eso. Deben de ser cuestiones de guita las que le ponen tan amarillo.
Si no tenías dinero, podías haberte quedao dando cabezás contra el mostrador, ú poniendo bizmas a la vieja, que paece un vencejo atontao. ¡Carola! ¡Señora! Aquí no hay más señora que una fiera, porque ¿sabes lo que te digo? Que me temo que te lo estés gastando con otras; ¡conque fuera de aquí, a buscar guita! Lo que decía mi pobrecita madre: «sin bolsa llena, ni rubia ni morena».
No hay quien dé un perro chico por oír la guitarra de verdá, ¿sabuté?... Aluego epué yo he tenío argunas crujías onde s'ha ido la guita sin sentirlo... Grasia que haya podido horadar hasta aquí... Hablaba con mucho aplomo y una entonación grave y persuasiva, que es en Andalucía general entre los hombres de la plebe cuando se hacen viejos.
Y por último, la costumbre del veraneo rara vez lleva a sus castillos y quintas a nuestros elegantes de ambos sexos, sino se los lleva a Francia, a Suiza, a Inglaterra, o a más hiperbóreas regiones. Cuando la guita es corta y no puede esparciarse el cimbel, debe volar por lo menos hasta Biarritz.
A ver, echa aquí lo que tengas en el bolsillo. ¿Crees que la gente se mantiene con cañamones? ¿Crees que hay colegios de a ochavo como los buñuelos? ¡Qué puño!... Dame guita y verás. Tengo para no pordiosear. ¿Te ha dado el Canónigo? Lo bastante para poner a Mariano en una escuela y para vestirme con decencia. ¡Ah!, canóniga..., tú pitarás... Hablemos claro».
Al santo de que ha ido media Villavieja... ¡Canario, cómo se conoce que tienen guita larga! ¡No le dije yo? A ver eso, hombre. Y ¿qué ha de verse? Lo que le dije al principio: que nada tengo que hacer en Peleches, y que por eso no he ido. Como decía usted que por una casualidad... Ahora lo entiendo menos. Mi padre es muy amigo de don Alejandro desde que éste andaba por acá. Ayer se torció un pie.
A doña Lupe la conozco como si la hubiera parido. Cuando la veas, pregúntale por Mauricia la Dura, y verás cómo me pone en las nubes. ¡Ah!, ¡cuánta guita le he llevado! A mí me llaman la dura; pero a ella debieran llamarla la apretada. Pero es mujer de mucho caletre y que se sabe timonear. ¿Qué te crees tú? Tiene millones escondidos en el Banco y en el Monte. ¡Digo!
Cállense las muy boconas. Ea, con Dios. Y estamos de coche. ¡Vaya un lujo! ¡Cómo se conoce que corre la guita! Que os calléis... Más valdría que me ayudarais a bajarle y meterle en el coche. Vaya que sí. Con alma y vida». De divertimiento sirvió a todas las de casa y a las de fuera.
Palabra del Dia
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