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Rehecha en Santa-Fé aquesta armada, Camina á Buenos Aires por el rio, Tambien por tierra va gran cabalgada De gente, que no teme sol ni frio: Y siendo ya la cosa bien guiada, A pesar de la tierra y su gentìo, Los unos y los otros allegaron Al puerto Buenos Aires, y poblaron.

Ayer en Francia se mostró gigante Guiada por el genio vencedor; Hoy por el mundo llévala triunfante De la concordia el ángel mediador. Es la enseña que anuncia libertades Prometiendo trocar en realidades De los pueblos las ansias de vivir... ¡Oh bandera de América potente! Mi pueblo te saluda reverente Como al signo de un bello porvenir...

Isidro, en sus tiempos de estudiante, había tomado lecciones de sus amigas de los cafés cercanos a la Universidad. Feliciana había bailado con sus compañeras, y fue ella la que, guiada por el instinto femenil, siguió mejor el ritmo de la música, arrastrando a su pareja.

Es la ermita doméstica construida por Rosa para entregarse a la contemplación y la penitencia sin abandonar a sus padres y a sus hermanos. No ha escogido esa vida guiada por el remordimiento o los pesares. Ha nacido santa. Es milagrosa desde la cuna. Su primer aliento difundió en su morada un hálito del Paraíso. Es el lirio conventual, bendecido por Dios en la tierra y en la simiente.

Para dar en la cabeza a su marido según ella decía volvió a sus antiguos gastos, a la ostentación falsa de una fortuna que no existía; contrajo, por su parte, deudas y guiada por el engañoso pundonor de las gentes que se arruinan, en vez de vender fincas y ponerse a flote, prefirió gravar sus inmuebles con hipotecas y echarse en brazos de la usura, buscando préstamos con intereses aplastantes.

Estaba guiada y protegida por el marqués Gianori, ese viejo verde teñido y estirado y que tiene un modo tan alarmante de acariciar los dedos del que le da la mano. El guardián no era, pues, muy temible; hice que me presentaran á la encantadora italiana y el día siguiente fui á dejar mi tarjeta en su casa.

Hacía gala de serlo, hacía profesión de serlo... Sin Dios y sin patria, atacaba con implacable ironía de anarquista lo que desdeñosamente llamaba los «prejuicios sociales», es decir, ¡Dios y la patria! Su acerada pluma, guiada por su espíritu venenoso, abría heridas y levantaba ampollas en la epidermis de los pacíficos e inofensivos burgueses del Tandil.

Al mismo tiempo que romántico, feudal y sostenedor de los conservadores agrarios, es un hombre del día: busca las soluciones prácticas y muestra un espíritu utilitario, á la americana. En él se equilibran el instinto y la razón. Alemania, guiada por este héroe, había ido agrupando sus fuerzas y reconociendo su verdadero camino.

Apenas contrae matrimonio con Menón esta mujer infernal, cuando atrae la atención del Rey con sus mágicos encantos; guiada por un poder sobrenatural, que la arrastra á llenar en todas sus partes los acuerdos del destino, se arroja en brazos del soberano, y comparte con él el trono. Menón sucumbe, y es su primera víctima.

Pasmábase de que el mundo entero no estuviese convertido, de que toda la humanidad no cantara sin cesar las alabanzas de la santa de Ávila. «Oh, bien decía aquel bendito, dulce, triste y tierno fray Luis de León: la mano de Santa Teresa, al escribir, era guiada por el Espíritu Santo, y por eso enciende el corazón de quien la saborea».