United States or Iceland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y revolvió los ojos en todas direcciones, como buscando debajo de alguna mesa o en lo alto de algún étagére a la nueva camarera. Pero ¿quién es?... ¿Quién es? gritaron todos. Isabel Mazacán dejaba escapar una sonrisita maliciosa, como quien saborea un triunfo anticipado; presentó una copa a Paco Vélez para que se la llenase de whisky, vacióla de un trago, y acabó al fin de soltar la bomba.

Lee lo que pasa en los corazones de ambos: en el de la una, un orgullo satánico, y en el del otro, un amor sensual que lo trastorna, y saborea ya su próxima venganza.

Luciana es creyente, tiene el alma religiosa y habla noblemente de Dios y de las cosas divinas, que ella saborea como artista, más sensible, acaso, al sentimiento un poco vago de lo divino que a una fe precisa y determinada.

Un mancebo llama al objeto de su amor clavel de mi alma. Cualquier doncella lista y avispada se llena de placer, cuando se la dice que va derramando la sal. Quien saborea el vino y quiere expresar su excelencia, dice que le sabe á gloria.

El sabio se complace en la narracion de los prodigios de su saber, el ignorante se saborea en sus necedades; el valiente cuenta sus hazañas, el galan sus aventuras; el avariento ensalza sus talentos económicos, el pródigo su generosidad; el lijero pondera su viveza, el tardío su aplomo; el libertino se envanece por sus desórdenes, y el austero se deleita en que su semblante muestre á los hombres la mortificacion y el ayuno.

Y mientras que el Padre hablaba, D. Acisclo oía embelesado, aunque no penetraba el sentido de una sola palabra; y D. Anselmo se deleitaba, sin creer, como quien saborea la más bella composición poética; y doña Luz, doña Manolita y Pepe Güeto, escuchaban con fija atención y gran fervor religioso, lisonjeándose de que todo lo alcanzaban.

No por eso romperé con la costumbre contraída en otras tierras, sino que pienso llevar en compañía á un gabacho que he traído de París, el cual condimenta unos manjares que doy por cierto que han de gustar á V., aunque tienen nombres imposibles casi de pronunciar por una boca de Villabermeja; pero ya V. se convencerá de que, sin pronunciarlos, los mastica, los saborea, se los traga y le saben á gloria.

Lacante saborea su encanto con una alegría temblorosa por miedo de ver agotarse ante sus ojos ese manantial en el que sueña con apagar la sed de su vejez. Creo que no podría ya separarse de su hija.

Este entre tanto, rojo de vergüenza, se levantó y murmuró ininteligibles escusas. Consideróle por un momento el P. Millon como quien saborea con la vista un plato. ¡Qué bueno debía ser humillar y poner en ridículo á aquel mozo coqueton, siempre bien vestidito, la cabeza erguida y la mirada serena!

Pasmábase de que el mundo entero no estuviese convertido, de que toda la humanidad no cantara sin cesar las alabanzas de la santa de Ávila. «Oh, bien decía aquel bendito, dulce, triste y tierno fray Luis de León: la mano de Santa Teresa, al escribir, era guiada por el Espíritu Santo, y por eso enciende el corazón de quien la saborea».