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Mientras la bruja, toda temblorosa, atendía, oyose fuera un grito ronco, y casi inmediatamente el cuervo Hans, penetrando en la cueva, comenzó a describir grandes círculos bajo la bóveda, agitando las alas como si estuviese azorado y lanzando lúgubres graznidos. Yégof se quedó pálido como un muerto.

Y cuando Magdalena, eficazmente ayudada por el juez y por nuestro hibernés, pasajero de cubierta, puso la mesa con toda la loza disponible, ya habíamos recobrado todos nuestro buen humor, a pesar de la lluvia que batía las ventanas, del viento que bajaba a bocanadas por la chimenea, de las dos señoras que cuchicheaban entre , en un rincón, y de la urraca que desde su ennegrecido vasar subrayaba con satíricos graznidos su entretenido diálogo.

Jaime se unió a las dos mujeres, y entonces vio salir de entre los matorrales a Pepet, que caminaba fuera del sendero persiguiendo piedra en mano a un pajarraco cuyos graznidos habían llamado su atención.

Cuando los bañados se encuentran enteramente secos, esta numerosa familia los abandonan para ir á tomar su asiento cerca de los rios; así es que las orillas del Mamoré se ven por todas partes animadas por multitud inmensa de pájaros ribereños: allí el tántalo, en bandadas de algunos millares, se pasea con mesurado andar sobre las partes fangosas, acompañado de la espátula rosada, ó de las garzas blancas; al paso que se ven los bancos de arena cubiertos de rayadores y de gaviotas, que hacen rezonar el aire con sus graznidos, si acierta á pasar por allí alguna embarcacion, á la que persiguen unidos con los chotacabras, temorosos acaso de que los navegantes les destruyan sus nidales.

El hombre-aviso es de dos especies: parlante ó berreante, y de bulto; el primero no tiene mas oficio que andar por las calles dando gritos atroces, que parecen graznidos de un ganso, cuando no berridos de un ternero, haciendo saber al público un suceso industrial cualquiera, con la direccion del empresario ó interesado en el asunto.

Más quisiera oír los graznidos de todos los cuervos del coto, y los maullidos de todos los gatos del pueblo, que tu modo de destrozar la música seria. Te he dicho mil veces que cantes los cantos de la tierra. Eso, tal cual, se puede tolerar. Tu voz es flexible, y no te falta la gracia que ese género requiere. Pero tu malhadada manía de cantar a lo fino, no hay quien la resista.

El prolongado equinoccio renovando durante la noche sus furiosos resoplidos parecidos por su regularidad a suspiros de muerte; las furiosas ráfagas de viento chocando contra los muros; los silbadores torbellinos llevándose consigo ¡Dios sabe dónde! nubes de hojarasca muerta, en medio de las cuales parece que se oyen como gritos de angustia; los graznidos siniestros de los cuervos despertados por el choque de las ramas que van rompiéndose, las bruscas sacudidas de la tempestad conmoviéndolo todo: aseméjanse, en verdad, a espíritus escapados de sus tumbas empujándose, chocando y gimiendo arremolinados por el viento.

No hay nada que hable tanto al corazón como los cambiantes que ese espectáculo desarrolla en su gigantesco panorama. Rizadas olas por doquier, reflejando en su seno colores indefinibles que salpican el firmamento, bulliente estela revolviendo entre su espuma tintes oscuros, graznidos lúgubres de pájaros marinos, y parduscos horizontes que se estrechan, forman el imponente y majestuoso cuadro.

Cuando el cuervo de Yégof, volando de cima en cima, se acercaba a aquel lugar de infortunio, el anciano Materne se disponía a disparar su carabina; pero en seguida el pájaro de mal agüero se alejaba velozmente, lanzando graznidos lúgubres, y el brazo del anciano cazador volvía a caer inerte.

Aquellas mujeres, vestidas con pesadísimos dobles refajos, y liadas en una especie de manta, parecían montones de lana de vivos colores, de cuyo fondo salían pregones tan agrios y desapacibles como el cacareo ó los graznidos de las propias aves pregonadas.