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Mas no les cogió de improviso su venida á los de la Ranchería, porque dos días antes, estando todo el pueblo en sus devociones y súplicas, les dieron noticia aquellas diabólicas deidades de que venían el Padre y sus compañeros, diciendo Uracozoriso, con lágrimas en los ojos: Ya me veo obligado á buscar en otras partes otros que me adoren, porque de ésta mi iglesia me echa un grande enemigo mío, que ya se acerca: huíos también vosotros.

Y aun no se había disipado el humo del último disparo, cuando una estridente carcajada sonó en los oídos de los dos hombres estupefactos: Beatriz se había puesto de pie bruscamente, rígida, los ojos con expresión de espanto, abrasados por el siniestro relampaguear de la locura; balbuceó algunas palabras ininteligibles, luego estalló de nuevo su espasmódico reír, reír tan salvaje, reír tan continuo que parecía repetido en la circunvecina campiña por las deidades mismas de lo horrible.

Allí van las virginales deidades indias, moradoras de los lagos, que con el calor de sus pechos entibian el agua que ha de regar la flor del loto; las impúdicas danzadoras egipcias y malacitanas, que acuden a Roma para divertimiento de Césares; las doncellas corintias consagradas a Palas, que asisten a las Panateneas; las sacerdotisas galas que lanzan a los bárbaros contra el antiguo mundo; las damas de las cortes de amor que tiñen en la púrpura de su sangre la flor que ha de premiar a su poeta; las cortesanas del Renacimiento, que el arte convierte en imágenes de dolorosas; las monjas españolas, devoradas de histerismo religioso; las damas galantes de la Francia borbónica, que sin traicionar al amor supieron hacer de cada hombre un amante; y, por último, la mujer moderna, cuyo tipo varía, desde la Hermana de la Caridad que riega con sus piadosas lágrimas las llagas del herido, hasta la pecadora de oficio que, vendiéndose al rico y regalándose al pobre, ofrece a todos la ilusión del amor.

La forma de consagrarle y las ceremonias de que usan para esta función son extrañas y conformes al que ha de servir á tales deidades. Es el Mapono la persona más venerada del pueblo, y de la misma manera que al cacique, se le dan á él los diezmos de la caza y de las cosechas.

El día siguiente juntó el pueblo en la plaza al pie de una cruz, donde el santo misionero explicó la ley de Cristo que habían de guardar para alcanzar la salvación, descubriendo juntamente todas las maldades de los Maponos y de aquellas diabólicas deidades con singular gusto y contento de los oyentes que le interrumpían muchas veces, gritando en alta voz y diciendo querían á Jesucristo por su Dios y su Padre, y á la reina de los Ángeles por su madre y Señora, y detestaban y maldecían de los Tinimaacas.

No puedo imaginar como ha llevado Mercurio estos poetas en su lista. Yo fui, respondió Apolo, el engañado; Que de su ingenio la primera vista Indicios descubrió que serian buenos Para facilitar esta conquista. Señor, repliqué yo, crei que agenos Eran de las deidades los engaños, Digo, engañarse en poco mas ni menos.

El templo para estas deidades es, como ya dije, el palacio del cacique, á donde ellos vienen cuando hay junta general del pueblo ó se hacen solemnes exequias.

Creen que sus buenas deidades crearon el mundo, y que primero criaron los indios en sus cuevas, dándoles á cada uno una lanza, arco y saetas con sus bolas de piedra para pelear y cazar, y echándolos luego al mundo para proveerse á si mismos.

La postura del cuerpo para volar, es en forma de alas y en pie derecho cuando vuela hacia arriba; y cabeza abajo cuando baja á la tierra. Fuera de estos dioses, adoran otra casta de deidades, á quien llaman Isituús, que quiere decir señores del agua. Su ejercicio es andar por los ríos y lagunas, llenándolos de pescados para el mantenimiento de sus devotos.

A estos Isituús invoca la gente en las pescas, incensándolos con humo de tabaco, de que usan para aturdir los peces, y si logran buena pesca, agradecidos al beneficio van al templo y les ofrecen alguna porción de pescado con los mismos ritos que á los otros dioses. Tales deidades y tal religión tienen sacerdotes semejantes.