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Aquí y acullá, y en todas partes, la historia del siglo XIX es la historia de la clase media clase media más rica y culta allá, más miseranda y cerril acá ; la historia de una época de libertad anárquica, la libertad de explotación; torbellino de átomos insensatos e incoherentes; época egoísta y brutal, que pensó suprimir el dolor fingiendo ignorar que lo hubiese, y alardeó de apreciar las ideas y la belleza porque las avillanó y sometió a precio cotizable en el mercado, como cualquiera otro artículo de comercio; época, en fin, en que el negociante venció y aniquiló al filósofo y al poeta.

El sorprendido y cerril amante, que entre las carcajadas de la gente no veía más que con sus celos y al través del ignominioso tinte de su cara, en lugar de echar al garrote la panoja que tenía entre las manos, la arrojó furioso hacia su rival; pero éste tenía la cabeza más dura que la panoja, y habiéndola recibido cerca del occipital, resbalando sobre él el proyectil fué á parar á las narices del forastero, que estaba sentado, un poco más atrás y en la misma dirección.

Terminaron los gozos. Con la última estrofa desapareció la cerril cantante, y la enferma se incorporó trabajosamente, poniéndose en pie tras varias tentativas dolorosas.

Quisiera yo ser muy bruta, muy cerril, para llegar a ti en la mayor ignorancia, y que pudieras enseñarme las primeras ideas. No quiero tener nada que no sea tuyo. MÁXIMO. Ideas hermosas y sentimientos nobles te sobran. Dios te ha dotado generosamente colmándote de preciosidades, y ahora te pone en mis manos para que este obrero cachazudo te perfile, te remate, te pulimente.

Un apetitoso olor de guisado salía de la cocina abierta, donde una genovesa cerril movía espátulas y zarandeaba cacerolas, envuelta en el humo espeso del asado, que chirriaba sobre las parrillas; en las habitaciones altas, las del niño, se oía el chasquido del cepillo. ¡Pampa! chilló allá arriba una voz atiplada.

La Condesa se hubiera quedado sola con su servidumbre, si el cielo no hubiera dispuesto que el más alegre y entendido de sus hijos, cuando apenas tenía doce años, hiciese la travesura de montar en un potro cerril, que se despeñó y rodó con él por un barranco, dejándole lisiado para siempre, y tan cojo, que difícilmente podía salir de casa, a no tomar muletas, en vez de tomar las armas.

Pocas cosas encuentro yo más divertidas que la conversación de usted, y además siempre aprendo algo y gano oyéndole hablar. Yo soy ignorante, casi cerril; pero el amor propio no me engaña, me parece que no soy tonta. Comprendo, pues, y aprecio el agrado y valor que tienen sus palabras. Entonces, ¿cómo es que no me quieres? Entendámonos. ¿De qué suerte de quereres se trata? De amor.

Y cuando el cerril retoño estaba más encantado en la contemplación de una maravilla nunca vista en el lugar, el autor de sus días se escurría entre el gentío, y al volver el muchacho en , ya el padre salía montado en el macho por la Puerta de Serranos, con la conciencia satisfecha de haber puesto al chico en el camino de la fortuna.

Hubo para los cuellos del mayorazgo, hubo para su colmena, para su cara, para su garrote, y hubo ... que contener á don Silvestre, que, embravecido como un toro con aquellas banderillas que tan inhumanamente ponía á su inofensivo desparpajo cerril la intransigente civilización, quiso acometer á garrotazos á aquella turba de enclenques, famélicos, petardistas, vagabundos y tahures que poblaban el salón, disfrazados de personas decentes.

¿Quién hace caso de ese señor? decía Visitación la del Banco un hombre cerril; santo, eso , pero montaraz. En fin, ¡un hombre que me echó a de la sacristía de Santo Domingo siendo yo tesorera del Corazón de Jesús! Un hombre así aseveraba Obdulia debía pasar la vida sobre una columna.... Como San Simón Estilista acudió Trabuco, que estaba presente.