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La movilidad de sus facciones y el llamear de sus ojos, ¿anuncian exaltado ingenio, o desconsoladora imbecilidad? No es fácil decirlo, ni el espectador, oyéndole y viéndole, sabe decidirse entre la compasión y la risa. Tiene la cabeza casi totalmente exhausta de pelo, la barba escasa, entrecana y afeitada a trozos, como un prado a medio segar.

Sepan ustedes, y esto lo dijo ya con una entonación grave que mujeres como Rosa hay pocas y cuando se habla de ellas conviene no pecar de ligero. Viéndole ponerse serio y oyéndole hablar de aquel modo callaron todos, menos la señora que parecía lista, la cual sin andarse por las ramas, habló de este modo: Todo eso está muy bien don Luis, pero no echa por tierra nada de lo dicho.

42 Y el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, 44 Así que David le llama Señor; ¿cómo pues es su hijo? 45 Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos: 46 Guardaos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;

Pocas cosas encuentro yo más divertidas que la conversación de usted, y además siempre aprendo algo y gano oyéndole hablar. Yo soy ignorante, casi cerril; pero el amor propio no me engaña, me parece que no soy tonta. Comprendo, pues, y aprecio el agrado y valor que tienen sus palabras. Entonces, ¿cómo es que no me quieres? Entendámonos. ¿De qué suerte de quereres se trata? De amor.

Es lo que yo digo; pero mi hijo segundo, Vasia, se incomoda. ¡Soy tan feliz oyéndole a usted! Es un gran consuelo para ... Diga usted, ¿mi pobre Sacha no se quejaba nunca de ? ¡Pobrecito! Se figuraba que yo no le quería y, no obstante, créame usted, yo le quería mucho, mucho...

¡Oh, qué sabio es usted, Padre Alesón, y cómo se me aclaran las cosas más turbias oyéndole! Veo a Belarmino leyendo librotes y escribajeando papelorios lo más del día, y creía que esto no podía por menos de martirizarle los sesos y volverle más loco de lo que está. Yo juzgaba por , que no leo más que el libro de misa.

El habilitado del clero siguió pasando revista a los inquilinos del año cuarenta; de aquella enumeración melancólica de muertos y ausentes salía un tufillo de ruina y de cementerio; oyéndole parecía que se mascaba el polvo de un derribo y que se revolvían los huesos de la fosa común, todo a un tiempo.

Admirado quedó el bachiller de oír el término y modo de hablar de Sancho Panza; que, puesto que había leído la primera historia de su señor, nunca creyó que era tan gracioso como allí le pintan; pero, oyéndole decir ahora testamento y codicilo que no se pueda revolcar, en lugar de testamento y codicilo que no se pueda revocar, creyó todo lo que dél había leído, y confirmólo por uno de los más solenes mentecatos de nuestros siglos; y dijo entre que tales dos locos como amo y mozo no se habrían visto en el mundo.

Febrer, oyéndole, recordaba su visita a la ciudad alta, la Real Fuerza de Ibiza, población muerta, separada del barrio de la Marina por una gran muralla del tiempo de Felipe II, con los intersticios de la piedra arenisca cubiertos de verdes y ondeantes alcaparros. Estatuas romanas sin cabeza decoraban en tres hornacinas la puerta que comunicaba la ciudad con el arrabal.

Poco después volví al lado de doña María a punto que don Diego, apartándose de su hermana, hacía lo mismo, y le decir: Señora madre, a ser usted, yo no permitiría a Inés tantas intimidades con lord Gray. Francamente, señora, esto no me gusta, y menos cuando veo que la que va a ser mi mujer, se está los minutos de Dios oyéndole y contestándole sin pestañear.