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No quería que el cadáver estuviese más tiempo en Matanzuela. A Jerez en seguida. Lo llevarían en un carro, en un borrico, a hombros, si era preciso, entre ella y sus hijos. Tenían su casa en la ciudad. ¿Acaso los Alcaparrones eran unos vagabundos? Su familia era numerosa, infinita; desde Córdoba hasta Cádiz, no había feria de ganados donde no se encontrase a uno de los suyos.

Estaba desarmado para la vida: el último de los vagabundos que marchaba por las carreteras valía más que él, con toda su cultura inútil. Fuego... necesitaba lumbre. Se lo pedía Feli angustiosamente, en el tormento de la congelación que turbaba su sueño. Miró con rabia los papeles y libros apilados en un rincón.

Venía oculto en los profundos sollados como aquellos vagabundos descubiertos a la salida de Tenerife , y al verse en pleno mar de romanza, tranquilo y luminoso, deslizábase furtivamente de su escondrijo, iba examinando las caras de sus compañeros de viaje, los aparejaba según sus gustos, e invisible y benévolo, empujábalos unos hacia otros.

Aquí, inquietos, vagabundos, aventureros; allí, sedentarios, rudos para la labor, económicos y perseverantes. Más allá, sombríos, desconfiados, tétricos; en el Cauca, poetas, soñadores, vibrantes; en Bogotá, cultos, eruditos, decidores, eminentemente sociales.

Dos hombres de su tripulación le habían dado nuevos informes. Sus parroquianos eran alemanes pobres, que bebían en abundancia. Alguien pagaba por ellos, y en días señalados hasta se permitían convidar á patrones de barcas de pesca y vagabundos del puerto. Un gramófono sonaba continuamente, lanzando cánticos chillones que los concurrentes coreaban á gritos.

El joven apresuró el paso sin contestarle, porque en el convento había aprendido á desconfiar de esos frailes vagabundos; sin contar con que del morral que el pordiosero llevaba á la espalda vió salir el hueso no muy mondo de una pierna de cordero que para la hubiera querido el buen Roger.

D. Manuel. ¿Y usted, cómo está? repuso Mariquilla, sin apartar los ojos de Florentina. Yo tan campante, ya ves . Esta es mi hija. ¿Qué te parece? Florentina corría detrás de una mariposa. Hija mía, ¿a dónde vas?, ¿qué es eso? dijo el padre, visiblemente contrariado . ¿Te parece bien que corras de ese modo detrás de un insecto como los chiquillos vagabundos?... Mucha formalidad, hija mía.

No lo yo, por cierto; sólo Lotario era éste, que con toda solicitud y advertimiento miraba por la honra de su amigo y procuraba dezmar, frisar y acortar los días del concierto del ir a su casa, porque no pareciese mal al vulgo ocioso y a los ojos vagabundos y maliciosos la entrada de un mozo rico, gentilhombre y bien nacido, y de las buenas partes que él pensaba que tenía, en la casa de una mujer tan hermosa como Camila; que, puesto que su bondad y valor podía poner freno a toda maldiciente lengua, todavía no quería poner en duda su crédito ni el de su amigo, y por esto los más de los días del concierto los ocupaba y entretenía en otras cosas, que él daba a entender ser inexcusables.

La Ciudad dispuso que el jurado Juan Mexia los buscase prestados pues no tenía en sus arcas dicha suma y así se hizo. Se recibieron en la ciudad tres cartas Reales, una para que se quitasen los muladares que más podían perjudicar, otra sobre rufianes y vagabundos y la tercera prohibiendo los tableros y juegos de dados.

Los palos y chimeneas, achicados por esta transformación, parecían corresponder á otro buque más pequeño. Todos estos vapores mercantes y pacíficos llevaban un cañón en la popa para librarse de los corsarios submarinos. Inglaterra y Francia habían movilizado sus tramps, sus barcos vagabundos, y empezaban á darles medios de defensa.