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Mi amigo Fogatier me cederá, tal vez, vuestro auvernés; pero el pobre está muy enfermo, y, para colmo de desgracia, se halla tan aburrido de la vida, que quiere a todo trance morirse. Rechaza las medicinas, y, en cuanto a los alimentos, tan pronto se queja de no tener suficiente, y reclama a grandes voces su ración entera, como rechaza cuanto le dan, y trata de matarse por hambre.

Mi débil voz te anuncia que tu gloriosa hazaña trayendo a Filipinas ¡a mi adorado lar! la lengua de Castilla, la fe de aquella España, los buenos filipinos jamás olvidarán. En vano la desidia pretenderá olvidarte, que el eco de tu nombre resuena sin cesar; se oye entre las ruinas que sirven de baluarte a un ayer glorioso que nunca cederá;

La variedad que hoy en platos se encuentra, cederá a la fuerza de las circunstancias; lo que nunca podrá perder será el servicio: la fonda nueva no reducirá nunca el número de sus mozos, porque es difícil reducir lo poco; se ha adoptado en ella el principio admitido en todas: un mozo para cada sala, y una sala para cada veinte mesas.

Es de esperar que sus progresos serán detenidos y que al fin cederá a los esfuerzos perseverantes de la ciencia. San Francisco y Santo Domingo son deplorables, y nuestra Catedral, a pesar de sus reformas modernas, me hace el efecto de un galpón de ferrocarril al que se hubiera puesto un frontispicio pseudogriego.

¿Cómo? ¿De veras? preguntó éste con alegría. ¡Oh, buen trabajo me ha costado! Estaba furiosa. ¿Y tu papá? Papá aún no sabe nada; pero cederá también... ¡Vaya si cederá!... La receta no puede ser más eficaz. ¿Qué receta? La que he empleado... La cosa se había puesto tan fea, que ya estaba resuelto que no volvieras más a casa. A me mandaba a Tejada en castigo.

Si el maquinista quisiera parar antes de llegar a Piedrasblancas dijo la mujer nos ahorrábamos deshacer el camino. Es verdad dijo el marido. Díselo a Felipe. No si cederá. ¿Qué se pierde con pedírselo? El no ya lo tienes en casa. El marido asomó su faz redonda por la ventana, y espió largo rato los movimientos del revisor. Al fin se resolvió a hacer seña de que se acercase.

Hoy hablaré otra vez, y espero que cederá. Ten confianza.» Y en efecto, aquella misma mañana madre e hija volvían a tener habla en el cuarto de la última. Fué larga, y no sabemos lo que en ella pasó. Doña Paula salió al cabo de una hora con los ojos enrojecidos de llorar, llevándose la mano al corazón, del cual padecía a menudo, en dirección a su cuarto, y se acostó.

El alma, el espiritu, la chispa celeste, la luz de mi ser, tiene la misma brillantez y la misma penetracion que las vuestras, y no cedera jamas aunque se halle encerrada en una prision de barro. Respondedme, o sino sabreis quien soy. Nosotros repetiremos las mismas palabras; lo que acabas de decir puede ser tambien nuestra respuesta. Esplicaos.

Pero ¿no hay un tiro que mate al pillo de tu tío?... ¡Ese bribón cree que te va a entrar el amor con los palos!... Estoy viéndole azuzar a tu padre... «Pégale, pégale, que ya cederá»... Si no fuese por ti, ya le hubiera roto el bautismo... y aun si le tropiezo, no si podré contenerme. ¡Madre mía, cómo se apura D. Andrés! exclamó riendo la aldeana.

Una de dos: o amas a esa mujer de tal modo que aun desfigurada, la haces tuya... y créeme, ella cederá si lo intentas; o no te atreves a tanto, y entonces... pues te quedas aquí un año, y chico... ¿cómo ha de ser? la mancha de la mora... De todos modos, piénsalo mucho, interrógate y contéstate sinceramente, porque ni debes hacer nuevas protestas de pasión, movido sólo de conmiseración y lástima, ni exponerte a que un arrepentimiento tardío te haga desdichado para el resto de tu vida.