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Ignorante, fatuo, grosero, petardista con frecuencia, charlatán hasta causar jaquecas, se le ve en todas partes fastidiando á cuantos tienen la candidez de admitirle su compañía. Una excepción en esa regla es un prodigio. Entre mas de cuarenta conocí en España uno soportable.

El viejo no podía admitirle en su casa. Entonces, ¿qué determinación debía tomar? ¿Adónde iba? ¿Volvería á Ateca? ¿Y Clara? Al acordarse de su infortunada compañera, los pensamientos del joven tomaron otro sesgo. La idea de los pesares de aquella infeliz, condenada á vivir con un ser tan antipático, principió á atormentarle.

Divididos los capitanes en los sitios de Nona, y Megarix, el infante D. Fernando, hijo del rey de Mallorca, con cuatro galeras llegó á Galípoli, por órden del rey de Sicilia D. Fadrique, porque juzgó que importaba para el aumento de su casa enviar persona puesta por su mano que gobernase el ejército de los Catalanes de Thracia, pues ellos mismos le habian llamado y prestado juramento de fidelidad, no acordándose quizá de que esto habia sido cinco años antes, cuando la necesidad les obligó, y que entonces pudiera haber dificultad en admitirle.

Segun esta teoría, el entendimiento puro queda reducido á tan poca cosa, que hubiera podido admitirle el mismo Condillac.

Lloró un poco la Condesa, lo cual es indicio de que aún le queda algo de aquel amor; y por último, después de muchas reconvenciones, convinieron las dos en no admitirle a usted en su familia por ningún caso.

De sobra reconocía él que Juanita, si no le había dado calabazas, era porque él no se había declarado en regla; pero con sus bromas de llamarle abuelo y con la maña que ella empleaba para que él no le hablase al oído y para esquivar el estar a solas con él, harto claro se veía que no quería admitirle por novio ni por amante.

Disimulaba Cervantes aquel sufrimiento en que los sucesos de su amor tan inopinadamente le habían puesto, y a Margarita sonreía, y no parecía sino que teniéndola a ella, toda cuanta felicidad había ansiado tener tenía; y como ella, por las razones que Cervantes la había dicho, hubiese conocido que el venir a las manos el capitán don Baltasar y Cervantes inminente era, en cuanto el capitán supiese que ella a Cervantes amaba, y que a mayor abundamiento, en la casa de la hermosísima viuda indiana estaba, y ella le amaba, no porfió, sino que disimulando también su angustia, dijo: Si cuando yo me veía rica, porque mi padre me cubría con flores el abismo que cerca de los pies teníamos, atención no presté a las solicitudes y a los encarecimientos del amor de don Baltasar, menos podía admitirle cuando por la miseria en que me encontraba, él podía creer que, no esposa amante en tenía, sino mujer desesperada, que por no morir a los rigores del hambre, a él se había unido esclava de su desventura; y si altiva me había mostrado con él antes, más altiva con él fui luego; y de tal manera irritado y desesperado, y con el alma torcida apartose de nosotras, dejándome ver claro en una mirada, que no parecía sino que de los ojos de un demonio salía, que creía que la miseria, y la desesperación, y el amor a mi madre haríanme someterme a sus deseos; y no fue ya sólo la dura y horrenda pobreza, los días sin pan, el cuerpo sin abrigo, la soledad y la tristeza lo que sufrir tuvimos, sino asechanzas y humillaciones, y visitas de viejas olvidado todo temor de Dios, que a proponernos cosas venían, que no eran ni aun para oídas; y rondadas nos veíamos por bravas y malas gentes, y asustadas nos encerrábamos de noche, y mientras la una dormía velaba la otra, siempre dispuesta a clamar socorro a los vecinos al primer asomo de peligro, y sin atrevernos a salir ni aun de día a la calle.

Sucedióle un dia que quiso dar un banquete á una dama, que, en vez de admitirle, se fué á cenar con Zadig; y otra vez, estando ámbos hablando en palacio, se llegó un ministro que convidó á Zadig á cenar, y no le dixo nada á Arimazo. En tan flacos cimientos estriban á veces las mas crueles enemigas.

Tan hueca se puso al oírme decir esto, que aún creo que le nacía un pecho nuevo... Oye lo que tienes que hacer cuando esto se realice: Yo te daré una cantidad que le entregarás a ella el primer día, suplicándole que te la coloque. Te niegas a admitirle recibo.