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En aquella temporada no gozó gran cosa, porque estas novelas, aunque excitaron en alto grado su curiosidad, teniéndola suspensa y sujeta a la lectura gran parte del día y de la noche, no dejaban en su espíritu ningún recuerdo dulce ni poético con que recrearse, y las olvidaba al día siguiente de leídas.

Desquitábase cuando una que otra vez, muy rara, le consentían llevarla a la Granja. Allí se pasaba las horas en éxtasis, teniéndola sobre sus rodillas, acariciándola frenéticamente. La niña se había acostumbrado a estas violentas expresiones de cariño y las agradecía. A veces sentía su cabecita blonda mojada por las lágrimas de su amigo.

Lo cierto es que sentí un extremado enternecimiento al ver a mi lado a aquella hermosa criatura en todo el esplendor de la juventud, de la gracia y de la fuerza, y que debía ser mía. Rodeé con el brazo su talle, y, teniéndola muy cerca, le dije bajito: ¿Me ama usted?... ¡Yo la adoro!...

157 Se empezó en aquel entonces a rejuntar caballada, y riunir la milicada teniéndola en el cantón, para una despedición a sorprender a la indiada. 158 Nos anunciaban que iríamos sin carretas ni bagajes a golpiar a los salvajes en sus mesmas tolderías; que a la güelta pagarían licenciándolo al gauchaje;

-Si no os picáredes más de saber más menear las negras que lleváis que la lengua -dijo el otro estudiante-, vos llevárades el primero en licencias, como llevastes cola. -Mirad, bachiller -respondió el licenciado-: vos estáis en la más errada opinión del mundo acerca de la destreza de la espada, teniéndola por vana.

El cisne, blanco, bello, dicen; suele Cantar cuando la muerte le es vecina, Que dejar esta vida no le duele, Teniéndola por triste y por maligna. Razon es, pues, mas justa se consuele El hombre racional, que

Esta criatura, blanca y silenciosa como un copo de nieve, que poseía la fragancia de los lirios, la inocencia de las palomas, la dulzura melancólica de una noche de luna, esparcía sobre su alma, atormentada por el remordimiento, un bálsamo que la refrescaba deliciosamente. ¡Cuántas veces, teniéndola entre sus brazos, se preguntaba sorprendido cómo un ser tan inocente, tan puro, tan divino, pudiera ser hijo del pecado!

Los primeros días extrañaba la casa, teniéndola por peor que la otra; mas pronto hubo de reconocer que era mucho mejor, más espaciosa y bella, y en cuanto a los barrios, lo que la señora había perdido en tranquilidad ganábalo en animación.

Se lo dije a Chisco y me respondió, muy secamente, que no, añadiéndome que lo importante era que no le faltara a nadie la serenidad: en teniéndola, todo lo demás corría de cuenta de él. La alusión no podía ser más directa a , porque Pito, de tan bruto como era, pecaba precisamente por el extremo contrario.

Pero ya Plutón había dado un salto prodigioso y antes que desapareciese la agarró por el brazo. No la alzó, sin embargo, sino que, teniéndola suspendida, él mismo se precipitó en el agujero, y con su agilidad de mono y adiestrado en bajarlo y subirlo, descendió con su carga velozmente, apoyándose con los pies en las escalerillas que su mano había tallado.