United States or Bolivia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Miguel, previo el permiso de su madrastra, mandó al criado por una carretela a casa de Lázaro y por un palco a la de un revendedor conocido. Después que madre e hija se vistieron la clásica mantilla y Miguel cambió la levita y el sombrero de copa por la americana y el hongo, subieron los cuatro al carruaje. Eran las dos y media de la tarde.

Esto duró hasta que se oyó el repiqueteo de la campanilla; porque entonces, los chicuelos rompieron la humana valla que á duras penas habían atravesado para ver al caballero más de cerca, los viejos apagaron sus pipas, los jóvenes restregaron el fuego de sus cigarros contra el poste más inmediato y se guardaron las puntas en el bolsillo del chaleco, los que tenían la chaqueta tirada sobre los hombros, se la vistieron, y todos corrieron al templo atropelladamente para llegar á él antes que el párroco pisara las gradas del altar.

Aquellas mujeres me tomaron medidas, y tres días después me llevaron ricos vestidos y muchos trajes de dama, y de dama principal; por otra parte, don Hugo me llevó joyas. Cuando me vistieron, cuando me engalanaron, don Hugo exclamó enamorado: ¡Es un sol! Yo estaba aturdida, me miraba en un espejo, y no me conocía; me parecía que mi hermosura había crecido. La felicidad me hacía sufrir.

Vistieron á la muerta, la adornaron y la tiñeron el cabello antes de desfigurarle la cabeza á balazos. Querían, seguramente, perderte, pero no querían menos salvarse. Cesa de dudar la evidencia. Todo es seguro ya. ¿No fueron á retirar las alhajas del Monte de Piedad el mismo día del crimen? no pudiste hacerlo puesto que no tenías la suma necesaria y habías enviado á Lea la papeleta.

24 Entonces de su presencia fue enviada la palma de la mano que esculpió esta escritura. 26 La declaración del negocio es: MENE: Contó Dios tu reino, y lo ha rematado. 27 TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. 29 Entonces, mandándolo Belsasar, vistieron a Daniel de púrpura, y en su cuello fue puesto un collar de oro, y pregonaron de él que fuese el tercer señor en el reino.

Advirtieron los indios esto cuando ya los enemigos habían logrado su intento, y viéndose burlados con la pérdida de prendas tan amadas, por cuya defensa habían tomado las armas, se desanimaron totalmente, con que vueltas las espaldas como mejor pudieron, se retiraran á los bosques sin resistencia de los vencedores, que juzgaban que el amor á su sangre los traería esclavos voluntarios, como de hecho sucedió; por cuyo motivo los vencedores no los pusieron en prisiones sino que los trataron con afabilidad y cortesía, y vistieron á los caciques de trajes y aderezos vistosos, prometiéndoles mil dichas y felicidades en San Pablo y de esta manera engañarlos y tomarlos por guía para otras tierras y para llegar á la Reducción de San Francisco Xavier, que ya se había mudado, transportándola á la otra banda del río San Miguel.

Entonces llevaron fuera de la alcoba á la madre, al padre y á los más inmediatos parientes, y dos ó tres amigas y las criadas se ocuparon en cumplir el último deber con la pobre niña muerta. La vistieron con riquísimo traje de batista, la falda blanca y ligera como una nube, toda llena de encajes y rizos que la asemejaban á espuma.

Entre su doncella y la peinadora la vistieron de chula rica. Aquella mañanita de San Isidro, mientras duró el atavío chulesco, todo era regocijo en la casa, todo risas y alegrías. Don José andaba a gatas sirviendo de caballo a Riquín, ya vestido desde el amanecer de Dios, y Mariano cantaba en la cocina rasgueando una guitarra.

Con una hoja de palma, puesta a un lado de los marcos y encorvada en ondulación graciosa por la punta en el otro, vistieron los indios todas las puertas y ventanas, y hubo modo de añadir a las enredaderas del colgadizo, otras parecidas por un buen trecho a ambos lados de las tres entradas, en cada uno de cuyos peldaños, como por toda esquina visible del colgadizo o de las salas, pusieron grandes vasos japoneses y chinos con plantas americanas.

Con gesto imperioso, al que siguió una patada, la Pitusa ordenó a las dos arrapiezas que se fueran a su obligación en la puerta de la calle; el Comadreja bajó a despachar, y quedándose solas la Benina y su amiga con el pobre Ponte, le vistieron del levitín y gabán para llevársele. «Aquí en confianza, D. Frasquito le dijo la Benina , cuéntenos por qué no hizo lo que le mandé. ¿Qué, señora?