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Faust es un hechicero como Manfredo "sus conocimientos profundos no le preservan del fastidio de la vida; ensayo para librarse de el, el hacer un pacto con el diablo y este concluyo con llevarsele. Ved la primera palabra que ha dado a Goethe su obra singular."

Con gesto imperioso, al que siguió una patada, la Pitusa ordenó a las dos arrapiezas que se fueran a su obligación en la puerta de la calle; el Comadreja bajó a despachar, y quedándose solas la Benina y su amiga con el pobre Ponte, le vistieron del levitín y gabán para llevársele. «Aquí en confianza, D. Frasquito le dijo la Benina , cuéntenos por qué no hizo lo que le mandé. ¿Qué, señora?

Por otra parte, don Juan Téllez Girón, hiriendo á don Rodrigo, te ha hecho otro inmenso servicio: don Francisco de Quevedo, que conoce la corte, tuvo miedo al ver herido, sin saber si era muerto ó vivo, á don Rodrigo, y como sólo había venido á Madrid por encargo del duque de Osuna para buscar á ese don Juan, y con el sólo objeto de llevársele consigo á Nápoles, quiso ponerle á cubierto de toda eventualidad, y acordándose de Dorotea concibió un terrible pensamiento.

Finalmente, él habló de manera que hizo sospechoso al retor, codiciosos y desalmados a sus parientes, y a él tan discreto que el capellán se determinó a llevársele consigo a que el arzobispo le viese y tocase con la mano la verdad de aquel negocio.

Dos días eran ya pasados los que había que toda aquella ilustre compañía estaba en la venta; y, pareciéndoles que ya era tiempo de partirse, dieron orden para que, sin ponerse al trabajo de volver Dorotea y don Fernando con don Quijote a su aldea, con la invención de la libertad de la reina Micomicona, pudiesen el cura y el barbero llevársele, como deseaban, y procurar la cura de su locura en su tierra.

¿Pues qué no había más que educar un hijo en las más sanas y virtuosas creencias y hacer de él un personaje, para que después llegase una correntona peor mil veces que las que por dinero hacen porquerías en un callejón para llevársele con sus manos sucias? ¿Qué había creído la hija del descamisado?... ¡Rabia! ¡Palidece de pena, al ver que se te va para siempre!

Lo que es el chaud-froid, por culpa de la gelatina que le envolvía y por lo frío que estaba, le dio mucho asco y no consintió en llevársele a la boca. Don Ambrosio perdió con esto los estribos; no acertó a contenerse y deploró en mi presencia con acerbas frases la ingénita ordinariez de su hija, que no gustaba sino de alboronía, chanfaina, pepitoria y sobrehúsa de bacalao.

Le acometió, de pronto, un mareo y cayó de la silla, presa de un ataque de epilepsia; revolcábase en el suelo, echando espumarajos, dando alaridos, braceando y pataleando. Rodeáronle y quisieron llevársele, pero no fué posible, y hubo que esperar a que la terrible crisis pasara; más calmado, derramó abundantes lágrimas.