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Actualizado: 1 de junio de 2025
Consistia en una túnica de tisú de oro y un albornoz de lo mismo, con un cinturon de oro purísimo sembrado de perlas y rubíes, tan gruesos y bellos que no sabia el rústico cristiano quitar de él los ojos mientras el oficioso hagib le endosaba la rica vestidura.
Derramados por el frondoso bosque de castaños que en declive se extiende por detrás estaban ahora todos, la mayor parte de Entralgo, pero muchos también de las demás parroquias del valle. Comienza la misa. Las capas de tisú de oro de los sacerdotes oficiantes resplandecen al sol. Suena la gaita acompañando á los cantores desde una tribuna improvisada.
Pero ella habló de Salvador con grato afecto, sin revelar ninguna cosa extraña. Rita hizo girar por el cuarto sus ojos de présbita, curiosos y esforzados, y se condolió: Hija, qué habitación tan ruina tienes...; ¿no hay otra mejor para ti? Yo escogí ésta; aquí estoy bien. No te criaste así, que tenías en tu cama colgaduras de damasco y en tu gabinete sitiales de tisú y mesas con mármoles....
De pronto lució en el altar mayor la vislumbre de oro y colores de una casulla de tisú; quedó el concurso en mayor silencio; las damas abrieron sus libros con las enguantadas manos, y a un tiempo murmuró el sacerdote Introito y rompió en sonoro acorde la charanga, haciendo oír las profanas notas de Traviatta, cabalmente los compases ardientes y febriles del dúo erótico del primer acto.
Las mujeres de la villa no podían reprimir el entusiasmo y le prodigaban en voz alta mil adjetivos a cual más lisonjero. ¡Mírala, mírala qué preciosa va, mujer del alma! ¡Si apetece comérsela a besos! ¡Y qué traje tan rico lleva! Dicen que ha venido ex profeso de París. No ha querido vestirse de tisú.
Dio perfección a la obra de la casa episcopal, y en sus días y a costa suya fueron levantadas las naves laterales de la Catedral, la cual conserva también otras memorias de su liberalidad, como son: el terno negro de terciopelo bordado en oro, un palio de tisú y cenefa de terciopelo carmesí, y el verjado y sillería del coro: fundó un Colegio en la Universidad de Alcalá de Henares para estudiantes teólogos de Aragón, con dotación de mil escudos anuales: en Daroea se construyó a sus espensas una capilla y capellanía, cuyo patronato es de la casa del Marqués de Villalba.
Pepe Vera se acercó a la valla. Su vestido era de raso color de cereza, con hombreras y profusas guarniciones de plata. De las pequeñas faltriqueras de la chupa salían las puntas de dos pañuelos de holán. El chaleco de rico tisú de plata y la graciosa y breve montera de terciopelo, completaban su elegante, rico y airoso vestido de majo.
Las amigas de la madrina y de las damas protectoras del joven presbítero se habían ido quedando detrás, formando en torno suyo un grupo pintoresco, mientras el resto de la gente desfilaba por las dos puertas de la iglesia. Un rayo de sol vino a dar sobre el preste: las ricas vestiduras de tisú de oro despidieron vivos destellos; su hermosa cabeza rubia semejaba la de un querubín.
Hasta hace cien años, los hombres vivían como esclavos de los reyes, que no los dejaban pensar, y les quitaban mucho de lo que ganaban en sus oficios, para pagar tropas con que pelear con otros reyes, y vivir en palacios de mármol y de oro, con criados vestidos de seda, y señoras y caballeros de pluma blanca, mientras los caballeros de veras, los que trabajaban en el campo y en la ciudad, no podían vestirse más que de pana, ni ponerle pluma al sombrero: y si decían que no era justo que los holgazanes viviesen de lo que ganaban los trabajadores, si decían que un país entero no debía quedarse sin pan para que un hombre solo y sus amigos tuvieran coches, y ropas de tisú y encaje, y cenas con quince vinos, el rey los mandaba apalear, o los encerraba vivos en la prisión de la Bastilla, hasta que se morían, locos y mudos: y a uno le puso una mascara de hierro, y lo tuvo preso toda la vida, sin levantarle nunca la máscara.
En la sacristía, guarnecida en derredor de cómodas, cuya parte superior formaba una mesa prolongada, los cajones estaban abiertos y vacíos. En ellos se guardaron antes las albas de holán guarnecidas de encajes, los ornamentos de terciopelo y de tisú, en los que la plata bordaba el terciopelo; el oro, la plata, y las perlas, el oro.
Palabra del Dia
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