Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 25 de junio de 2025
La franqueza graciosa con que don Jaime decía piropos a doña Manolita, hacía resaltar todo el mérito y todo el lisonjero significado de aquella circunspección con que celebraba la hermosura y demás excelencias de la aristocrática hija del marqués de Villafría.
Es indudable que medio cerró los ojos para verse no sabemos con qué grado de luz, y que recogió después los labios, mostrando á la curiosidad insaciable del cristal lisonjero las dos blancas y nacaradas filas de sus hermosos dientes. Este fenómeno nos ha obligado á trabajar mucho para descifrar ciertos misterios, cuyo conocimiento es necesario para la continuación de esta historia.
No brotó en los campos de la gloria el árbol de tu triste independencia: nació como un aborto de la historia, surgió como un hedor de pestilencia, como el miasma mefítico de un lago, como el mal de una pútrida conciencia. No espere nunca el lisonjero halago de inmarchito laurel tu saña impía, nacida para el luto y el estrago.
¿Porque le critican? respondió la condesa ; no por cierto; yo me tomo algunas veces la libertad de hacerlo. Todo el que se presenta al público, le da ese derecho. No digo pobre al oírle criticar; lo digo al oír algunos elogios que de él hacen. ¿Y por qué, condesa?, el elogio siempre es lisonjero.
Presidía los trabajos el P. Gil, como coadjutor interino, pero la mayor parte de las damas atendían ya más a las indicaciones del P. Narciso. La noticia de su triunfo había volado por todo Peñascosa, y las señoras, con su inclinación nativa a todo lo que brilla y alcanza éxito lisonjero en el mundo, comenzaban a sentir de nuevo cierta ternura por él.
Indudablemente, sin ninguna intención y sin oculto propósito, sin descubrir ni reconocer ella como causa de su cambio la impresión que Juan Maury le había hecho, y creyéndose impulsada por las amonestaciones y piadosos discursos del Padre García, no sólo había despedido a Arturito, sino que también se propuso no volver a recibir al gaucho y romper para siempre con él, aunque bien notaba, con cierto sentimiento entre lisonjero y penoso, que la segunda venida del gaucho a Río había sido por ella.
Escribí algunos artículos de costumbres en los periódicos, y aunque no me dieron un cuarto por ellos, tuve la satisfacción de que Collantes declarase solemnemente, a la hora de almorzar, que «dramático, lo que se llama dramático, no lo sería nunca, pero en el género descriptivo podría aún dar mucho juego». Con este fallo tan lisonjero, confirmado por los tertulios del Oriental, quise volverme loco de alegría y me puse desde entonces con tanto afán a describir cuanto se me ofrecía delante, como si Dios me hubiera mandado al mundo exclusivamente con ese objeto.
Mientras me guiaba por los anchurosos y sucios corredores, no pude menos de decirme: «Ceferino, dispensa, chico, pero estás haciendo una melonada.» Tropezábamos aquí y allá con mujeres y hombres que me miraban fijamente, como si adivinasen aquel juicio poco lisonjero que había formado de mi persona y lo corroborasen en todas sus partes.
Sentía el mismo temor y embarazo que los oradores noveles cuando levantan su voz en público. Pero si siempre había sido un problema difícil, en aquel instante, considerado el éxito poco lisonjero de su visita y el carácter y la situación de las personas que allí se hallaban, ofrecióselo al alma como una utopia.
Gracias a la inteligencia de Susana, las madres vieron coronados sus desvelos por el resultado más lisonjero.
Palabra del Dia
Otros Mirando