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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Añadia á estas cosas una carta de un cierto asesor del consejo, que decia: "Que todo este aparato de la junta de la isla de Martin Garcia, y las amenazas hechas, eran patrañas ó chismes." Fortalecidos con este aviso, los enemigos Uruguayenses esperaban la feral sentencia, cuando se ponian amarillos, se turbaban y se consumian con el miedo los del Paraná.
Al cumplirse el novenario de la encerrona, que algo tenía de arresto, doña Anuncia se presentó tranquila, digna, severa a leer la sentencia. «No le faltaría a la hija de la bailarina ¿quién dudaba ya que la modista había bailado? no le faltaría una cama en el palacio de sus mayores; pero ellas, las tías, no tenían qué poner a la mesa; todo lo había comido la niña». Ana escribió a Frígilis.
No lo podía remediar: el compromiso adquirido con él para el día siguiente, me inquietaba mucho; y al verme solo en mi aposento después de dejar en el suyo a mi tío, cuya condescendencia a mis declarados propósitos me había parecido algo como firma de juez al pie de una sentencia de muerte, me inquietó mucho más; y cuando metido ya en la cama, después de preparado el arsenal que me había recomendado Chisco para la batalla, me quedé a oscuras, la inquietud anduvo rayando con la fiebre.
Así, por ejemplo, el pregonero desde el balcón de las Casas Consistoriales lee en voz alta la sentencia que condena a Jesús a muerte afrentosa en una cruz, y entre dos ladrones, por enemigo del César y por otros muchos delitos. El predicador exclama entonces: Calla, falso pregonero; calla, viperina lengua, y oye la voz del ángel, que dice....
¿Pues qué he de hacer, mamá, para castigar bien a doña Inés sin que tú te mueras de pena? Lo que debes hacer, ya que tienes con ella tanta satisfacción y trato íntimo, es cogerla sin testigos y entre cuatro paredes, darle allí tus quejas, leerle la sentencia y ejecutarla en seguida. ¿Y qué quieres que ejecute?
Una sentencia del Conde de Alhedín sobre feo o bonito, sobre buen tono o mal tono, sobre distinción o falta de distinción, era inapelable para Rosita. De este modo se comprenderá su entusiasmo súbito por sus antiguas amigas del lugar. El Conde se las había descrito como dos portentos, y Rosita había dado por cierto que lo eran.
¡Nombre de Dios!... ¡Qué empaque! dijo detrás del abogado un oficial joven, admirando la serenidad de Freya. Al llegar junto al poste, alguien leyó un breve documento: el extracto de la sentencia, tres líneas, para hacerla saber que la justicia iba á cumplirse. Lo único que la molestó de esta rápida notificación fué el temor de que cesasen las trompetas y los tambores.
Leyósele la sentencia con méritos, fue admitida a reconciliación, con abjuración formal; advertida, reprendida y conminada y condenada en doscientos azotes, hábito y cárcel por dos años y destierro por cuatro más, de esta Ciudad, la de Barcelona, Isla de Menorca y Villa de Madrid, con cuatro leguas en contorno y confiscación de bienes.
El primer sentimiento de Clara al oír esto, fué una repentina alegría. ¡Salir de allí! Ya había perdido esa esperanza. Pero la situación aquélla no era para alegrarse. Pronto lo conoció, y esperó resignada el fin de su sentencia. Dile, dile la causa indicó Salomé, afectando gran respeto al procedimiento. La causa bien la sabe ella dijo Paz; pero no puedo contener la cólera.
Isabel Cortés, viuda de Rafael José Cortés, de oficio botiguero; alias la Moyaneta, natural y vecina de esta Ciudad, de edad de cincuenta y cinco años: reconciliada y presa segunda vez por judaizante relapsa: leyósele su sentencia con méritos y fue relajada a la Justicia y brazo seglar con confiscación de bienes por hereje, apóstata, judaizante, relapsa, convicta y confesa.
Palabra del Dia
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