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Por distinto concepto se fija la atención en otra sentencia que le sugiere el lujo: «Más quieren las mujeres parecer y ser malas, que no pobres.» ¡Las mujeres! Pues ¿y los hombres? ¿Y el autor? ¿No ofrece él mismo materia para dudar de la sinceridad de las declamaciones, entendiendo que, sitiado por hambre, no estaba todavía rendido?

Entonces el rey de Israel le dijo: Esa será tu sentencia; la has pronunciado. 42 Y él le dijo: Así dijo el SE

Cuando personas de tanto viso podían asistir á tal espectáculo, sin arriesgar la majestad ó la reverencia debida á su jerarquía y empleo, era fácil de inferirse que la aplicación de una sentencia legal debía de tener un significado tan serio cuanto eficaz; y por lo tanto, la multitud permanecía silenciosa y grave.

Salió con coroza al Auto y vela verde en las manos; leyósele su sentencia con méritos, abjuró de levi, fue condenada en doscientos azotes y cinco años de destierro, los dos primeros confinada en una villa de este Reino, los otros tres a arbitrio del Tribunal y fue gravemente advertida, reprendida y conminada.

Achaques son del tiempo; hoy todo el mundo sentencia, hasta el bufón del rey; ¡y qué sentencias dice á veces el bueno del tío Manolillo! Los cuernos del venado ó gamo, cuando están cubiertos de pelo, tienen las puntas muy tiernas.

Por entonces se fulminó de España la última decretoria sentencia, la que, como se decia, trajo un navio por el mes de Febrero: el tenor de ella es este: "Que de lo alegado y probado en el modo posible está cierto el Rey, que los individuos de la Compañía unicamente tenian la culpa de la resistencia de los indios: por tanto, que diesen corte para que el tratado real se ejecutase á la letra, y el negocio se cumpliese indispensablemente.

De aquestos dos el uno pierde el seso, Al otro en breve tiempo lo enterraron, El preso por sentencia fué privado Del título y blason de Adelantado.

Leyósele la sentencia con méritos; abjuró formalmente sus errores, fue reconciliada en forma, advertida, reprendida y conminada; condenada a hábito y cárcel por dos años, y confiscación de bienes. Miguel Crespí Terongí, mercante de oficio natural y vecino de esta Ciudad, de edad de veinte y cuatro años, fue preso por judaizante.

Salió al Auto en forma de penitente con su sambenito de dos aspas y vela verde en las manos. Leyósele su sentencia con méritos; abjuró formalmente sus errores, fue reconciliada en forma, advertida, reprendida y conminada, con condenación de cárcel y hábito por un año, y confiscación de bienes.

Nadie, según doña Emilia, sería separatista o catalanista, sino fervoroso español, si pudiésemos contestar a sus quejas y a sus gritos «con las letras, con el arte, con la instrucción, con el progreso, con la rehabilitación de España; con una patria tan bella, tan digna de ser amada, tan majestuosa y noble, que nadie que no esté demente pueda desearle sino larga vidaPrecisa condición para lograr todo esto es que la patria esté bien administrada; y volvemos a la sentencia de Cánovas.