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En efecto, el criado entraba en este momento; sólo tuvo que recoger los restos carbonizados tirados por el suelo. Y si nadie me hubiera socorrido continuó María Teresa sonriendo, habría sido víctima de este accidente. No se lo reprocho; pero usted ha querido encender estas bujías de cera que quieren ser de la época, y ha colocado mal la pantalla que usted ha hecho arder.

¡Vamos a Florencia! dijo ella. Y don Diego hizo enganchar para Florencia. Encontró en la ciudad un aspecto de fiesta que parecía exacerbar su desgracia. El primer día que fue conducida al paseo, que oyó la música de los regimientos austriacos y que las floristas mofletudas arrojaron su mercancía en el coche, reprochó duramente a su marido el haberla expuesto a un contraste tan cruel.

Por toda respuesta el Príncipe movió la cabeza lentamente, con desesperación. ¿Le dio a usted motivos de celos? A esta nueva pregunta contestó con un gesto dudoso. ¿Sabía usted, o no, que alimentaba un nuevo afecto? Lo suponía. ¿La reprochó usted alguna vez su amistad por Vérod? Al oír el Príncipe este nombre, frunció el entrecejo y se estremeció otra vez. No contestó con voz sorda.

Se despidieron Bautista y Martín, y éste, al día siguiente, llamó a su hermana y le reprochó su coquetería y su estupidez. La Ignacia negó los rumores que habían llegado hasta su hermano, pero al último confesó que Carlos la pretendía, pero con buen fin. ¡Con buen fin! exclamó Zalacaín . Pero eres idiota, criatura. ¿Por qué? Porque te quiere engañar, nada mas.

Después se alejó sin querer esperar la contestación, y cinco minutos más tarde se oyó su coche rodar sobre la arena del patio. El pobre duque había sido prevenido y creía conocer muy bien a la dama, pues el doctor se la había pintado al vivo. Pero se reprochó lo que había hecho y hasta el día siguiente estuvo en un estado de intranquilidad no exento de remordimientos.

Vd. es ahora podríamos decir de la casa, y le aseguro que Luis María lo estima muchísimo. El aludido me puso la mano en el hombro y me ofreció cigarrillos. Fume, fume, y no haga caso. ¡Pero Luis María! le reprochó la madre, semi-seria cualquiera creería al oirte que le estamos diciendo mentiras a Durán! No, mamá; lo que dices está perfectamente bien dicho; pero Durán me entiende.

Si la entrevista se realizara esta tarde, sería oportuno vinieras lo más temprano posible. Así en seguida le hablo por teléfono a Muñoz. No creas que me haya dado él la misión de convencerte en su favor, porque ni siquiera sabe que te reprocho tu inconsecuencia; sólo me emplea en este caso, como sincerísima amiga suya que soy, para obtener una entrevista naturalmente definitiva. Charito".

El auvernés elevó hasta el doctor su mirada, y le dijo con su amable acento, embellecido con este dejo propio del pueblo bajo parisiense: ¡Y bien, qué! Que he empinado un poco el codo. ¿Es acaso una razón para decirme esa sarta de necedades? ¿A qué llamas necedades, majadero? Te reprocho tus torpezas. ¿Por qué no colocaste tu dinero a interés en vez de bebértelo?

Mi nueva hija vestía con toda la seriedad y elegancia imaginables; llevaba un magnífico vestido de muselina bordada, y un riquísimo velo de encaje que la cubría casi por completo; imposible imaginar otra presencia tan llena de dignidad, de gracia y de modestia. ¡Qué modales tan elegantes y tan llenos de naturalidad!... Yo estaba afectadísima y no me es posible referir todo lo que pasó por al ver llegado para mi hijo el momento más solemne e importante de su existencia; he rogado a Dios con mucho ardor, pero debo reprocharme, como me reprocho todavía, el no haber rogado lo bastante; ¿cómo puede una madre dar gracias suficientes por las alegrías de su corazón, cuando llega a tocar para su hijo el colmo de cuanto podía desear?

Ella escudriñó su conciencia, llena de pequeñas acciones inocentes, y la infeliz se reprochó mil faltas imaginarias, y al día siguiente estuvo desempeñando sus quehaceres domésticos toda cabizbaja y con ojos llorosos. Antes de que el ministro hubiera tenido tiempo de celebrar su victoria sobre esta última tentación, experimentó otro impulso no ya ridículo, sino casi horrible.