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Actualizado: 24 de junio de 2025


La sonrisa que plegaba los labios del noble se desvaneció repentinamente. ¿Cómo?... ¿Qué tiene que ver?... dijo con mal disimulada turbación. También Amalia se turbó. Sus pálidas mejillas se colorearon. Hemos estado murmurando de . ¡Qué traje te hemos cortado, chico! Aquí Manuel Antonio profirió Amalia decía que era usted el perro del hortelano. No; eras quien lo decías.

El junquillo del joven silbó al mismo tiempo en el aire y fué á cruzar la mejilla del mayordomo. Oyóse una exclamación de rabia. Pedro alzó la mano, y el señorito rodó por el suelo sin sentido. ¡Oh, qué bárbaro, le he matado, le he matado! profirió el mayordomo inmediatamente acercándose á su agresor. ¡Es un chico tan débil!... Y arrodillándose en el suelo levantó suavemente la cabeza del herido.

¡Ay, Mario del alma, no sabes lo que acaba de suceder! El joven se puso horriblemente pálido y profirió con voz ronca: ¡Carlota!... Su mujer apareció por el extremo del pasillo pálida y grave y avanzó lentamente. ¡Carlota! ¿el niño?... volvió a gritar acongojadamente. Carlota hizo un signo negativo con la cabeza. En aquel momento, un grito desgarrador hirió sus oídos. Era la voz de Presentación.

¡Qué mil diablos estás diciendo ahí, muchacho! profirió don Melchor sujetando por el brazo a su sobrino y sacudiéndole. No puedo remediarlo, tío. Estoy enamorado hasta el cogote de su hermana Ventura. ¿Estás en tu juicio o entre dos aguas, rapaz? Hablo en serio... La quiero, y ella me quiere.

No dió un solo grito, no profirió siquiera una palabra: recorrió el palacio y mató no solo á los adúlteros, sino á toda su numerosa servidumbre. Sentóse al fin y preguntó á un negro que le acompañaba: ¿qué le parece mi venganza? No bien hubo oido de él bien lo hemos hecho, señor, le pasó de una estocada. No pudo resistir á la idea de que sobreviviese su cómplice á tan bárbara matanza.

El señor Ángel se puso pálido y reclinó la frente sobre su mano, mirando fijamente al mármol de la mesa. ¡Lo ve usted!... ¡Ya se está usted figurando una porción de atrocidades! No me figuro más que la verdad, don Laureano profirió con voz alterada el pobre hombre sin abandonar su postura.

Así que manifestó claramente su desabrimiento cuando Villa le dijo que por la tarde había charlado un rato con aquélla a la reja, y que el tema de su conversación había sido él. Yo creo, don Alfredo profirió el mancebo muy amoscado, que no había necesidad de que usted se metiese en cosas que no le importan.

Manolo, sin soltarla, profirió en voz baja con acento apasionado: Déjamela siquiera un minuto. ¡Cinco meses hace ya que no la toco! ¡Un siglo! exclamó la tabernera con sonrisa apenas perceptible, echando al mismo tiempo una mirada recelosa á la puerta. Manolo advirtió esta mirada y, soltando bruscamente la mano, preguntó: ¿Y Velázquez? Tan bueno respondió poniéndose levemente colorada.

Soledad se puso aún más pálida. Y dejando escapar la cólera que hinchaba su corazón desde el principio de la entrevista, profirió con voz alterada: ¿Sabes lo que te digo, Manolo?... Que hagas el favor de dejarme en paz.

Parecería muy feo que no fueses autorizándome. Pues, hija, lo siento... pero yo no voy. ¡Parece mentira que me niegues este favor! Si te lo pidiese todos los días, se comprende... ¡Pero una noche tan sólo! Bien podías hacer el sacrificio de dejar a tus amigos... profirió la joven con voz alterada, pugnando por no llorar.

Palabra del Dia

rigoleto

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