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Actualizado: 24 de junio de 2025


La Condesa nos dejó, y nosotros nos pusimos a preparar las cosas para el viaje. Poco rato después oímos el tiro. Esta es la verdad. ¿Confirma usted lo que dice esta joven? preguntó Ferpierre a Zakunine. El interrogado contestó con una breve inclinación de cabeza. ¿Cuáles fueron las palabras amargas que la Condesa profirió?

Avanzó hasta el medio de la calle y despojándose de la montera y agitándola en la mano como si fuese á brindar la muerte de un toro profirió dirigiéndose á Demetria: Bendita sea tu sandunga, chiquita, y el cura que te puso la sal y la comadre que te cantó el ro ro y hasta el primero que te dijo ¡por ahí te pudras, serrana! ¡Bendito sea tu salero y esos negros bozales que tienes en la cara que cuando los veo me hace pío pío el alma como si tuviese escondido un ruiseñor aquí dentro!

Acaso... profirió el joven balbuciendo. Elena llevó a su cuñada hasta la butaca de paja, la hizo sentarse en ella y cubrió su rostro de besos. Después vino a plantarse delante de Tristán que continuaba sentado. ¿Acaso qué...? vamos a ver. Acaso haya dicho a Clara algunas palabras mortificantes... ¿Y con qué derecho dice usted a Clara palabras mortificantes? Con ninguno.

Al cabo profirió con su majestad acostumbrada: Nada hay para el hombre más pesado que advertir cómo le arrebatan cuando menos lo imagina aquellos bienes que constituyen su dicha, el único recreo de sus días.

Al cabo se dibujó una significativa sonrisa en los labios de Moreno y profirió, dando a sus palabras marcada intención irónica: ¿Y qué me dice usted del gran judío? ¿Quién? preguntó Sánchez sin comprender. ¿Quién ha de ser? El judío de Nazareth. ¡Ah! Jesucristo... ¡Oh! ¡oh! ¡oh!... D. Pantaleón fue atacado instantáneamente de una risa convulsiva. Aquello realmente era cosa perdida.

Afortunadamente profirió estos tremendos vaticinios a tiempo que la mayor parte de los párrocos se hallaban enzarzados en la discusión teológica, indispensable complemento de todo convite patronal.

Pero ahora, bajo el temor de una paliza, encontraba las mentiras de su compañero mucho más insustanciales. ¿Sabéis lo que os digo? profirió al cabo levantando la cabeza. Que si Nolo de la Braña no quiere esta noche manejar el palo, podemos encomendar nuestras espaldas al Santo Cristo del Garrote.

Hazme el favor de dejarme. He dicho que me iba y no me vuelvo atrás profirió en tono resuelto frunciendo el entrecejo. El guapo se enfureció otra vez, y olvidando toda galantería, la insultó groseramente.

La que miente es usted, que quiere por orgullo perder a un sacerdote... ¡a un santo! ¡Silencio! gritaba el presidente golpeando con la campanilla. ¡Buen santo te Dios! exclamaba la joven con sonrisa sarcástica. No calumnie usted a los demás por salvarle a él. ¡Basta! Expulsad del local a estas mujeres profirió el presidente, dirigiéndose a los hujieres.

Al cabo insistió con voz temblorosa: Vamos, Solita, no me des ese disgusto... Pídeme en cambio lo que quieras. Lo único que te pido es que me dejes ya en paz repuso ella alejándose para limpiar una de las mesas. Velázquez no se atrevió á seguirla. La miró acobardado algunos instantes y al fin profirió con amargura: ¿No merezco siquiera ese pequeño sacrificio?

Palabra del Dia

rigoleto

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