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En la fuerza de la plaza se encontraba al sonar la señal el lego español de San Juan de Dios. Dado el grito, la rebelión desarrolló en su destructor círculo cuantos horrores caben en el saqueo y la matanza.

Despues de visperas, juzgando los PP. que todo estaba sosegado, aquí otro alboroto: que iban llegando las reliquias de los Luisistas, los que eran unos 20, que de la Matanza habian quedado vivos, y mesclados con algunos otros soldados de los otros pueblos; los cuales, apeándose de los caballos, se entraron á la capilla de Santiago, y hecha oracion, cantaron tambien un responso por los que habian muerto en la pelea.

No dió un solo grito, no profirió siquiera una palabra: recorrió el palacio y mató no solo á los adúlteros, sino á toda su numerosa servidumbre. Sentóse al fin y preguntó á un negro que le acompañaba: ¿qué le parece mi venganza? No bien hubo oido de él bien lo hemos hecho, señor, le pasó de una estocada. No pudo resistir á la idea de que sobreviviese su cómplice á tan bárbara matanza.

Estando en esta turbacion tuvieron aviso cierto de la muerte de Roger, y de la universal matanza de los Catalanes y Aragoneses en Andrinopoli, y juntamente de la que en la comarca de Galípoli se ejecutaba por órden de Miguel.

14 Y cuando Amasías volvió de la matanza de los Idumeos, trajo también consigo los dioses de los hijos de Seir, y se los puso para por dioses, y se encorvó delante de ellos, y les quemó incienso. 15 Y el furor del SE

En la derrota el pueblo valeroso Templa su brazo y su robusta lanza, Para volver despues mas ardoroso Y entre el polvo, la sangre y la matanza, Y entre el humo que envuelve la pelea Desafiar el cañon que centellea.

502 Se reparten el botín con igualdad, sin malicia; no muestra el indio codicia, ninguna falta comete: solo en eso se somete a una regla de justicia. 503 Y cada cual con lo suyo a sus toldos enderieza; luego la matanza empieza tan sin razon ni motivo, que no queda animal vivo de esos miles de cabezas.

A su alrededor hay en acecho doscientos hombres de rostro bronceado, provistos de arpones y ganchos. De veinte leguas á la redonda llega el mundo elegante, mujeres bonitas y sus adoradores, quienes se colocan á la orilla del mar y lo más cerca posible para mejor ver la matanza, formando un círculo encantador. Dada la señal, el pescador hiere.

Verdad es que se fusila una mañana 44 indios en una plaza de la ciudad, para dejar yertos a todos con esta matanza que, aunque de salvajes, era al fin de hombres; pero poco a poco se abandona, y el cuchillo se hace el instrumento de la Justicia. ¿De dónde ha tomado tan peregrinas ideas de gobierno este hombre horriblemente extravagante? Yo voy a consignar algunos datos.

, Juan Claudio, todo va bien..., estoy contenta; pero mire usted al camino: ¡qué matanza! Es la guerra respondió gravemente Hullin. ¿Y no habría medio de ir abajo a recoger a ese chico..., que nos mira con sus hermosos ojos azules, ¡Qué lástima me da de él!..., o a ese otro moreno que se venda la pierna con un pañuelo?